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EL DIARIO digital
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Concentrarse en el trabajo o los estudios no siempre resulta fácil. A las distracciones del entorno hay que añadir, en muchos casos, la falta de motivación o una escasa capacidad de atención, entre otros factores. El resultado es una reducción de la productividad que puede incidir de forma decisiva en el bienestar del interesado porque obliga a acelerar en el último momento para cumplir con las obligaciones laborales o de aprendizaje y a dedicar más tiempo para cumplir los objetivos propuestos.
La capacidad de atención es clave para mejorar la productividad. La atención es un componente esencial del funcionamiento cognitivo y juega un papel crucial en prácticamente todas las actividades de la vida diaria. Permite procesar información, aprender, recordar, tomar decisiones y realizar tareas de manera eficiente.
¿Cómo mejorar la atención? Ante todo, conviene descartar la existencia de problemas de estrés, ansiedad, déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y, en caso necesario, recibir el tratamiento más adecuado. Si no se trata de ninguno de los anteriores problemas, sino de una cuestión de hábitos inapropiados de trabajo o estudio, existen varios métodos para concentrarse mejor. Algunos son muy sofisticados, mientras que otros brillan por su sencillez y no son precisamente nuevos. Es el caso de la técnica Pomodoro, que fue concebida hace varias décadas pero sigue gozando de una gran aceptación. Su objetivo: mejorar la gestión del tiempo.
En qué consiste la técnica Pomodoro
La técnica Pomodoro fue desarrollada a finales de los años 80 por el ingeniero informático Francesco Cirillo. Se llama así porque se basa en cronometrar los tiempos de trabajo y descanso y su inventor utilizaba para ello un temporizador de cocina con forma de tomate (en italiano, pomodoro). Es un método diseñado para reducir la procrastinación y se basa en la premisa de que trabajar en intervalos cortos, muy enfocados a un cometido concreto y con descansos regulares, puede ayudar a mantener la concentración y prevenir la fatiga mental.
Consiste en dividir el tiempo de trabajo en intervalos de 25 minutos, en los cuáles hay que dedicarse a una única tarea, sin distracciones ni interrupciones. Después de cada uno de estos periodos, denominados pomodoros se efectúa una pausa de 5 minutos. Una vez se han completado cuatro pomodoros se realiza un descanso más largo, de unos 15-20 minutos.
Dependiendo del tipo de trabajo, puede ser aconsejable evitar revisar el correo electrónico, el teléfono o las redes sociales para aprovechar al máximo cada pomodoro o intervalo de actividad intensa.
Las pausas se pueden aprovechar para levantarse, estirarse, caminar durante un rato o, simplemente, relajarse.
Los más nostálgicos de la cultura analógica pueden utilizar un temporizador de cocina para contabilizar el tiempo, pero sirve cualquier reloj o el móvil. Además, se han desarrollado múltiples apps para facilitar el seguimiento de este método.
Beneficios de organizar mejor el tiempo
La guía para la planificación y gestión del tiempo de la Biblioteca de la Universidad Pablo Olavide expone los beneficios de una mejor organización del periodo laboral o de estudio:
Mejora el rendimiento académico y profesional
Permite distribuir el tiempo de trabajo y estudio de manera equitativa y enfocarse en los objetivos a largo plazo, lo que mejora la comprensión y retención de la información.
Reduce el estrés
Al tener un plan claro y saber qué hacer en cada momento, se reducen las preocupaciones y el estrés asociado a las tareas acumuladas y a los plazos que hay que cumplir.
Aumenta la productividad
Con una gestión efectiva del tiempo es posible aprovechar mejor las horas disponibles, completando más tareas en menos tiempo y con mayor eficiencia.
Fomenta el equilibrio entre la vida académica y personal
Planificar no solo el tiempo de estudio o de trabajo, sino también las actividades de ocio y el descanso, facilita mantener un equilibrio saludable entre las responsabilidades académicas o laborales y la vida personal.
Potencia el desarrollo de habilidades para el futuro
Las competencias en gestión del tiempo adquiridas durante el trabajo o los estudios son transferibles a la vida profesional y personal.