Con un trámite chato, el Lobo mereció más en el Bosque pero no pudo batir a un Malevo que se replegó y mantuvo firme la defensa.

De movida, los condimentos eran interesantes. Méndez apostó por una línea de tres/cinco en la que predomine la amplitud por las bandas: y no sólo eso, porque sumándose a los laterales/volantes Pintado y Colazo, estuvieron Abaldo y Zalazar bien plantados como extremos. Y allí -sobre todo por el sector derecho- encontró la fórmula para lastimar a la defensa del rival.

Por su parte, Fabbiani rompió la superpoblación en defensa del último partido y se la jugó por dos delanteros de referencia: Herrera y Benegas. Durante la primera parte, el Malevo abusó del pelotazo hacia ambos, pero su poca participación se dio jugando de espaldas al arco y sin ser preponderantes.

El complemento tuvo un decrecimiento total en el juego. Aquellas buenas intenciones que se habían podido vislumbrar, particularmente del Lobo, fueron perdiendo claridad y precisión. Con algunos retoques, el Ogro Fabbiani fue acomodando el equipo y el trámite se tornó favorable a sus formas; Méndez, por su parte, evitó el uso de modificaciones hasta después de la media hora del ST y el desgaste jugó su propio partido.

De igual forma, Gimnasia mantuvo la compostura y siguió eligiendo el sector derecho como principal opción de ataque -con Pintado como figura-, aunque cada vez con menos intensidad. Con más amor propio que contundencia, jugó los últimos minutos ante un Riestra totalmente replegado y sumido a un posible contraataque que pueda ser efectivizado por Herrera, que se corrió todo pero apenas tuvo una chance de gol. Un punto con sabor a poco para el Lobo y que fue mucho para el Malevo.