Opinion

La presencia estatal con eficiencia y los serios riegos de una democracia genuina

Actos oficiales para anunciar más viviendas, jerarquizar al transporte estatal y destacar la inversión educativa son también un posicionamiento de los estados municipal y provincial; a nivel nacional, el atropello institucional se convierte en moneda corriente y desprecia las mejores tradiciones populares.

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EL DIARIO digital

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 Una de cal…

Los discursos de inauguración del período legislativo, pero también en la semana la presentación de nuevos vehículos del Ente Municipal de Transporte Urbano (EMTU) derivaron en una suerte de declaración de principios por parte del gobernador Sergio Ziliotto y del intendente Luciano di Nápoli, quienes aprovecharon esos actos políticos para bajar línea sobre su mirada de lo que ocurre y de lo que se pondrá en juego electoralmente este año.

En su mensaje del sábado, Ziliotto encontró respaldo incluso en las intendencias opositoras, que a grandes rasgos tienen una misma mirada sobre el asunto, cuando posicionó al Estado como actor vital para el acceso a la vivienda mediante créditos, o para apostar a mejoras del parque automotor de los municipios, que es otra necesidad.

"A contramano del desguace del Estado y de la timba financiera", resumió por su parte el jefe comunal, usando el contragolpe como chicana a una referencia que en los días previos le hizo parte de la oposición política local, que lo cuestionó bajo la interpretación de que el intendente va "a contramano de la gente".

La referencia a esa situación de tránsito no fue azarosa, porque el municipio puso en agenda asuntos vinculados con la seguridad vial que despertaron la resistencia del rejunte opositor y discusiones ciudadanas: La Ley de Alcohol Cero, las nuevas máximas de velocidad, las cámaras y fotomultas y la Revisión Técnica Obligatoria, entre otras medidas.

Más o menos polémicas, esas intervenciones estatales sobre el espacio público también son un asunto que deriva de posicionamientos ideológicos y del afán de concretar algunas políticas públicas concretas.

Los colectivos para el EMTU los financió la Provincia, que en varias áreas ha demostrado en los últimos años su decisión de invertir es infraestructura también para Santa Rosa, por más que Ziliotto y el intendente a veces se cruzaran en alto tono respecto de los recursos que llegan a la capital provincial, ya que las autoridades locales consideran sin medias tintas que la ley de Coparticipación perjudica a la ciudad.

Más allá de esos dimes y diretes, que son absolutamente lógicos en gestión, y que también son parte de las reglas del juego de la política partidaria, lo que el gobernador y di Nápoli pusieron en evidencia es la decisión de que el Estado siga siendo protagonista de la vida de quienes residen en la provincia, y no correrse para dejarle libre accionar a "la mano invisible del mercado".

De hecho, el EMTU, como otros servicios municipales, son cabal demostración de que las cosas pueden funcionar cuando el Estado se propone la eficiencia y administra seriamente sus recursos (económicos, humanos, de formación e información).

La afirmación vale también para otros tiempos y otros dirigentes, porque no puede dudarse por ejemplo de que en su momento el intendente de la UCR Francisco Torroba hizo en ese sentido avances interesantes con la recolección de residuos en la ciudad: en esa época no tuvo empacho en crear el Ente Municipal de Higiene y Salubridad Urbana que dio respuesta exitosa a los vecinos.

Torroba, insospechado de ser un dirigente izquierdista, no tuvo temores en aquel contexto de que le llovieran críticas por "estatista" o anti-liberal por la aplicación de una política que quizá hoy haría que el presidente Javier Milei lo llame comunista, colectivista o que lo amenace: "van a temblar, zurdos de mierda".

…y una de arena…

La semana que se fue tuvo variados actos institucionales de potencia, que son parte de la tradición política y democrática, en los que las autoridades exponen un rumbo al que aspiran como representantes del voto popular y de las decisiones y sueños de una comunidad.

Esos ritos, que forman parte de la identidad de un pueblo y de su organización como Nación, como Provincia o como municipio, no son una cuestión menor, puesto que constituyen también un modo de rendir cuentas y de vincularse a la vez con los espacios que tienen disidencias.

Con más razón esos encuentros son importantes cuando cunde la sensación de que hay quienes creen haber inaugurado con su propia persona los tiempos de los tiempos; desechan la historia como lugar en el que buscar ejemplos y enseñanzas; o interpretan que la velocidad convierte en cartón pintado cualquier asunto colectivo que demandó esfuerzos en su construcción.

Los mensajes legislativos que se escucharon el sábado son parte del sistema democrático en el que las mayorías argentinas prefieren vivir, y no meras pantomimas o envases de la hipocresía, sino complemento desde la palabra con los hechos, impulso de consensos sociales y respeto por las leyes que se han sabido conseguir.

En ese contexto, y por más artilugios que se hagan para disimularlo, es vergonzoso el modo en que el presidente Javier Milei eligió designar a dos integrantes de la Corte Suprema de Justicia, nada menos, pasando por encima del Senado, pisoteando la Constitución Nacional, pero además con insólito aval del propio organismo, que queda muy mal parado.

La amenaza sobre el gobernador Axel Kicillof, que en realidad es una amenaza a todas las provincias y al federalismo en pleno, va en el mismo sentido.

En estos días, el gobernador Sergio Ziliotto también lanzó de manera formal el ciclo lectivo 2025, desde la localidad de Winifreda y con una referencia permanente a la necesidad de invertir en el sector, que es uno de los pocos modos sociales para luchar contra la desigualdad, la inequidad y la ignorancia.

El compromiso de la Provincia es seguir poniendo recursos para mejorar la calidad educativa, lo que implica relaciones complejas y dinámicas, en que los gobiernos deben vincularse con las familias, con estudiantes y con trabajadores y trabajadoras, no siempre de manera simpática y cordial, no siempre en defensa de los mismos intereses.

Así como en las líneas iniciales de este espacio se aludía al modo en que el territorio pampeano va a contramano del desguace del Estado, también en el área educativa es notable la decisión provincial de estar en las antípodas de un gobierno nacional que desembarcó entre otras cosas para destruir parte de esa gloriosa tradición argentina, que la distingue en el continente y en el mundo.

La propuesta del oficialismo nacional estuvo atada desde siempre a una educación como negocio, utilizando incluso un lenguaje propio de ese vuelco comercial, como cuando se pusieron en agenda los mentados "vouchers".

Parte de esa lógica implica maltratar al sector trabajador en distintas dimensiones y vaciar los espacios donde la educación se hace real y popular, tal como volverá a sufrir este año la Universidad, también en La Pampa.

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