Opinion

El reclamo conjunto por el campo y la transa de la casta a la luz del día

Gobierno provincial y agremiaciones de las patronales rurales coincidieron en pegar un grito para que haya alguna política pública del gobierno nacional que atienda las necesidades del sector; mientras tanto, La Libertad Avanza genera negocios políticos desde una lógica destructiva y consigue algunas dóciles complicidades.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

El Estado pampeano, o algunas de sus principales referencias políticas, y la entidad que agrupa a las patronales rurales de la provincia, coincidieron en un fondo de la cuestión: casi en conjunto levantaron la voz para que el gobierno nacional tenga en cuenta la situación del sector y elija políticas públicas en su beneficio.

Aunque después aparecieron disidencias lógicas entre quienes representan al PJ pampeano y quienes se hacen llamar "el campo", la realidad y lo que verdaderamente importa es que hicieron el mismo diagnóstico y plantearon idéntico reclamo.

Fue curioso que la voz del gobierno fuera la de Marcelo Pedehontaá, secretario de Trabajo y hombre de máxima confianza del gobernador Sergio Ziliotto, pero no un especialista en materia agropecuaria, por más que el área a su cargo también tiene desde ya vínculo con el espacio agropecuario y forma parte de la mirada desde la Producción.

Independientemente de los ruidos entre la Agrícola y el gobierno, que ya habían resonado en otras ocasiones, como por ejemplo en la última apertura de la exposición rural de Santa Rosa, lo que hacía falta era también una observación sincera del panorama.

En esa mirada, por más que se crucen distintas banderías políticas e incluso intereses diversos, prima la descripción de lo que está ocurriendo: una situación de depresión económica que también afecta al sector agropecuario y una serie de políticas públicas que atacan al sector industrial, incluso al asociado al campo.

La Agrícola incluso advirtió que hay espacios productivos que tienden a la desaparición, y no anduvo con medias tintas al evaluar en tono de denuncia que están cayéndose pequeños productores, por supuesto a manos de los más grandes, que aprovechan sus privilegios y poderes.

La baja de las retenciones es uno de los reclamos, ni siquiera novedoso, pero además porque hace base en lo que fue una de las tantas promesas de campaña que se incumplen desde que comenzó la gestión libertaria el 10 de diciembre, bajo compromisos grandilocuentes que cayeron en saco roto, desde dolarizar la economía hasta pasarle una motosierra a la casta.

Un año después del inicio de ese gobierno, y aún en un clima que se pretende presentar como el del supuesto fortalecimiento político del oficialismo, lo que empieza a tallar es también la falta de confianza por parte de los espacios organizados que de algún modo simpatizaron con el espacio que se presentaba como "lo nuevo" y que ya deja en evidencia sus estafas proselitistas.

...y una de arena...

Parte de esa lógica de casta que el sector libertario prometía combatir, quedó expuesta en primerísimo plano durante la semana que se va, en que los coqueteos entre el presidente Javier Milei y el expresidente Mauricio Macri se robaron buena parte de los flashes del mundo político y de las redes sociales.

Obviamente que tamañas movidas forman parte de las reglas del juego y del negocio en que se ha convertido lo que alguna vez fue la actividad humana destinada a generar transformaciones sociales positivas.

Quizá una de las influencias más perniciosas sea la que ocurre en las provincias, más específicamente en La Pampa, donde algunas fuerzas políticas ya vienen demostrando en los últimos años su brutal incapacidad para gestar ideas y propuestas que tengan que ver con el propio territorio, y en cambio quedan atadas a lo que ordenen desde las oficinas porteñas.

Las estrategias electorales que dictan desde Buenos Aires, el lugar donde se dice que atiende Dios, son cumplimentadas al pie de la letra por los partidos que después se llenan la boca hablando de federalismo, transparencia y republicanismo, pese a que la práctica exacerbada del centralismo les lleva puesta por completo su identidad vinculada a La Pampa.

Un éxito electoral que se obtuvo de esa forma, con la participación de gurúes haciendo "magia" en las redes y con discursos formateados según la realidad nacional, instaló ese mojón que barre con las tradiciones políticas locales.

Esa tendencia vuelve a imponerse en esta hora, en que dirigentes de los partidos como el PRO o la UCR no ven ni por asomo con buenos ojos una fusión o una mimetización con La Libertad Avanza, pero que sin embargo parecen dirigirse mansamente como corderos hacia el redil en el que terminarán siendo parte de un nuevo espacio de ultraderecha para dar una batalla cultural que tiene aspectos peligrosamente parecidos a comportamientos fascistas.

Por otra parte, y confirmando que se vive un tiempo de incertidumbres y distopías, esos partidos más se agachan ante ese poder cuando sufren maltratos caricaturescos: el ninguneo al que ahora se somete Macri es paradigmático, como antes lo fue el escrache a los radicales "traidores" en el Congreso, o los ataques a la figura de Raúl Alfonsín.

No será la primera vez que la actividad política atraviese un período de lógicas aberrantes, pero es doloroso que incluso algunas fuerzas que tienen raíz popular queden sometidas tan dócilmente a quienes representan sus valores antagónicos, y en ese camino de destrucción, basado en los discursos del odio, faciliten un retroceso irrecuperable para la vida en comunidad.

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