Opinion

Una puerta abierta al diálogo, pero sin frenar los ataques

El gobierno provincial "celebró" que Milei convoque a negociar el pago de la abultada deuda que Nación contra con La Pampa, pero la conversación está teñida de desconfianzas ante una gestión que se propone destruir el Estado y que mediante maniobras y engaños agrede a fondo a trabajadores, provincias y cooperativas.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El gobierno nacional logró el primer "sí" importante de la Provincia, al abrir una puerta para la negociación vinculada con las deudas existentes entre Estados, que el ministro de Hacienda Guido Bisterfeld "celebró" públicamente aunque con prudencia.

Es lógico que La Pampa ande ese territorio en puntas de pie: hasta ahora, el gobierno libertario que ataca el federalismo, sólo ha hecho uso y abuso de herramientas y maniobras para perjudicar a las provincias, por lo tanto su anuncio de que tiene pensado iniciar un análisis y conversación sobre los fondos también implica sospechas y previsiones.

El presidente Javier Milei ha tenido hasta ahora un posicionamiento que no sólo se sale de los márgenes establecidos por la Constitución y la ley, sino que circula por el camino de la violencia y el desprecio: ese ha sido su trato con la mayoría de las provincias, y especialmente con La Pampa, territorio que desconoce de modo literal.

La novedad es que Nación publicó en el Boletín Oficial el Régimen de Extinción de Obligaciones Recíprocas, una especie de pretendido "plan canje" que se presenta como un "sistema opcional" mediante el cual las provincias y Nación podrán negociar la cancelación de deudas con bienes nacionales, como tierras, empresas o rutas.

El detalle importante es que La Pampa es la única provincia que no tiene deudas con Nación, sino acreencias por fondos superiores a los $70.000 millones, por lo que la puerta abierta disparó alguna expectativa de que la provincia puede finalmente acceder a los fondos que le pertenecen y que Milei manoteó de modo ilegítimo.

Igual todo está por verse: no puede haber en la provincia perspectivas más optimistas que las que aconseja la realidad, por más que se entiende que el gobierno salió pronto a saludar la nueva buena onda, y que Bisterfeld se ilusionó con "compensaciones, conciliaciones, transacciones, reconocimientos".

Hasta el momento, el (des)trato del gobierno nacional a La Pampa ha sido el mismo que le dedica a todo lo que huela a peronismo, o mejor dicho a un poco de sintonía entre las políticas públicas y las necesidades y deseos de los sectores trabajadores y populares.

El botón de muestra está fresquito: hasta ahora es otra mentira libertaria el capítulo del Banco Nación provincial, ya que el gobierno nacional adujo que eliminaba la gerencia zonal por un incremento en los Ingresos Brutos, y aunque finalmente esa alícuota fue congelada con la marcha atrás del gobierno provincial, el organismo bancario sigue inexistente, ya que las sucursales pampeanas dependen en esta hora de decisiones que se toman en San Luis.

La contradicción es una forma de gobernar para una gestión nacional que se muestra orgullosa de estar encabezada por un "topo" que se propone destruir el Estado desde adentro, y que en la semana que se va tomó decisiones respecto de la tradicional Radio Nacional Santa Rosa, adonde designó "a cargo" al abogado Marcelo Otiñano, considerando que no hay incompatibilidades en el hecho de que sea propietario de otra emisora comercial local.

Aunque el tono inicial del gobierno apuntó a la erradicación de los medios públicos, el nuevo referente libertario local dijo que su objetivo es "poner en valor el aire" de la emisora.

…y una de arena…

La "celebración" que hizo la Provincia del posible diálogo con Nación está atada con alambre y teñida de desconfianzas porque los modos del gobierno nacional también incluyen esa forma del engaño: si La Libertad Avanza llegó al poder mediante una estafa electoral prometiendo un ajuste sobre la casta a la que en realidad está privilegiando, no parece encontrar motivos para modificar ese modus operandi que lo llevó al éxito.

Presentada con pompa y alharaca, la llamada Ley Hojarasca fue vendida como una normativa que venía a ordenar determinadas burocracias y a limpiar de estorbos y palos en la rueda ciertas acciones del día a día de la ciudadanía en cuanto a trámites, documentación y procederes administrativos.

Pero hete aquí que la iniciativa camuflada como una modernización que a nadie puede hacerle mal, esconde un salvaje impuestazo que golpea de lleno sobre las cooperativas, uno de los tantos sectores atacados por el gobierno nacional.

La mano que mece esa cuna es la de Federico Sturzenegger, designado a cargo del insólito Ministerio de Desregulación y Transformación, como parte de un Estado que jerarquiza esas tareas de semejante modo y al mismo tiempo considera que no tiene ninguna función que cumplir en áreas que se suponen vitales y centrales en la vida de la comunidad, como la Salud y la Educación.

En su paso por distintos cargos públicos, y con camisetas de distinto color, Sturzenegger fue protagonista de numerosas experiencias fallidas, no para él y sus secuaces, sino para el país y sobre todo para sus habitantes.

El movimiento cooperativo de La Pampa advirtió prontamente sobre el impacto negativo que el nuevo chiche desregulador del establishment implicaría para instituciones de la economía solidaria que en nuestra provincia son ejemplo histórico de crecimiento, de servicios eficientes y a buen precio, de generación de mano de obra local y de movimiento económico que queda en las comunidades y no se fuga.

Todo ese círculo virtuoso es especialmente molesto para un espacio político ultraideologizado, que combate con violencia lo que llama "colectivismo", porque cree de modo fanático que la economía la tiene que manejar el llamado "mercado", que lejos de tener una mano invisible tiene muy conocidos nombres y apellidos.

El ataque al cooperativismo, al colectivismo y a todo lo que LLA considera brazos del "comunismo" es parte del costado indudablemente macartista que tiene el gobierno de Milei, expuesto de modo obsceno en la última semana con su patoterismo político en la Cancillería y su agresión desembozada a los sectores gremiales que defienden derechos trabajadores: esa ola de intemperancia para generar terror no puede terminar bien.

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