Opinion

La Educación se pone de pie, pero no hay freno para los ataques libertarios

El frente universitario prepara una reacción ejemplar en defensa de la educación pública y contra los modos autoritarios del gobierno nacional, mientras el gobierno de Milei reafirma sus ataques al federalismo y festeja con cinismo -y con aliados locales- el anuncio de que cerrará la gerencia zonal del Banco Nación en La Pampa.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Las universidades, pero más que esas instituciones sus comunidades, e incluso el sistema educativo en general, dio en la semana que se va una contundente demostración de su disposición a defender con uñas y dientes los históricos derechos que volvieron grande a la Argentina y que quieren ser ninguneados por el gobierno libertario de Javier Milei y su troupe.

Con alto protagonismo del rector de la Universidad Nacional de La Pampa, Oscar Alpa, el frente universitario a nivel nacional y su correlato en nuestra provincia anticipan una movilización masiva para oponerse al veto que el presidente ya anunció a esa ley que pretende garantizar el financiamiento universitario.

El gobierno nacional oculta por ahora sus temores de que esa movida resulte, como la que ocurrió en abril, una especie de bisagra demostrativa de lo que la comunidad piensa respecto del accionar oficialista, en este tema puntual pero también en otras áreas: la estrepitosa caída de la imagen positiva del gobierno nacional es lógica consecuencia de que empiezan a desnudarse los resultados concretos de sus políticas públicas, o de la falta de ellas.

Los números oficiales, que a veces echan luz y a veces se vuelven fetiche, dieron esta semana el cachetazo esperado, un golpe de realidad a la ficción que escupen las redes libertarias: la pobreza creció a pasos agigantados como consecuencia de las medidas que hizo prácticas el actual gobierno, desde la devaluación feroz de sus primeros días hasta los tarifazos, pasando por otra serie de ajustes a los bolsillos trabajadores y productivos.

Lo que a primera vista puede asomar como una mala noticia en realidad no lo es: la conciencia respecto de lo que está ocurriendo, por más que en el corto plazo signifique más dolor popular, también es una necesidad para que otro horizonte sea posible y para que al menos desde el descontento pueda generarse alguna esperanza.

El ataque a las universidades, y a la educación pública en general, está en el mismo libreto que agrede a la Salud Pública y convierte las discusiones ministeriales en una batalla por la caja; en el mismo plan que entrega definitivamente los recursos de las Islas Malvinas; en el mismo programa que se propone achicar las jubilaciones festejando con un asado y celebrar en el balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez un índice de pobreza que significa un retraso de 20 años, hasta el peor momento de nuestra historia.

La aparente unidad de acción del frente universitario, donde confluyen docentes, no docentes, estudiantes e instituciones poniendo el cuerpo, es un ejemplo de lo que en su momento tuvo impacto e incidencia concreta sobre el gobierno y sobre sus sectores aliados, desde legisladores hasta maquinarias mediáticas.

Después de dos gobiernos anteriores que no estuvieron a la altura de las circunstancias, la gestión nacional está arrasando con lo que quedaba: sin encontrar ninguna solución certera a los problemas que ya existían, Milei y los suyos se han especializado en generar nuevos sufrimientos para las personas comunes, incluso para sus propios votantes, y además con la insistente práctica del cinismo y la crueldad.

 

…y una de arena…

 

Un ejemplo de esas prácticas libertarias como si fueran lo más natural del mundo se produjo en la semana que se fue con el anuncio de que cerrará sus puertas la gerencia zonal del Banco Nación, utilizando como excusa la imposición de un solidario aumento en la alícuota de ingresos brutos por apenas cuatro meses.

Esa carga impositiva el gobierno provincial la pensó para armar un fondo que permita garantizar la emergencia alimentaria, como fue profusamente discutido en distintos ámbitos: el esfuerzo para recurrir a esa herramienta de recaudación es consecuencia, centralmente, de la deuda que el gobierno nacional de Milei mantiene con La Pampa y que llegará a fin de año a $100.000 millones.

Esos fondos retaceados no son ni arbitrarios, ni discrecionales ni nada por el estilo, sino los que ya está previsto por distintas leyes que deben ser canalizados hacia las distintas jurisdicciones. Para decirlo en criollo: Milei se está quedando con la plata de esas provincias.

La excusa de Nación para impulsar el cierre de la Gerencia no se la cree ni el propio directorio del Banco Nación, que sabe que esa alícuota no le hace ni cosquillas a un organismo que en el primer semestre de este año ganó nada menos que $2,5 billones: parte del plan libertario es también destruir el BNA tal como lo conocemos y en el radar del presidente siempre estuvo la privatización y el despido de empleados y empleadas.

Tal como planteó el gobierno provincial, la "bomba" es, además de arbitraria y siniestra (así la calificó el gremio La Bancaria) un nuevo ataque al federalismo y una extorsión a una provincia que no se ha dejado pasar por encima y que, con sus errores y limitaciones, se puso a la vanguardia de la resistencia contra un plan de gobierno que implica la negación de la historia nacional.

No es ni siquiera sorprendente que en ese contexto haya sectores de la oposición política que prefieren pararse en la vereda del antiperonismo antes que en la de la defensa de los intereses provinciales: radicales y macristas parecen hasta festejar la medida del Banco Nación, felices porque sienten que de algún modo Milei les dio la razón a sus propias advertencias.

La comunicación, por otro lado, se hizo en el estilo que el gobierno utiliza para todas sus acciones: reina la deshumanización y se devalúa la palabra oficial, entonces todo se comenta en redes sociales, donde la verdad se mezcla con las fake news y entonces hay menos límites para la ambigüedad y la desinformación.

El BNA anunció el cierre por esas vías, las mismas que utilizó el ministro Luis Caputo para hacer gala de su cinismo extremo, y comunicar que la medida se tomaba "en solidaridad" con los pampeanos: el gobierno centralista está integrado por una mayoría de personajes que no sólo no conocen La Pampa y acotan su mirada a lo que ocurre en territorio porteño, sino que tienen siempre una observación despectiva y cargada de prejuicios hacia lo que llaman "interior".

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