Opinion

La vía de los acuerdos, contra la moda del daño y la destrucción

El gobierno, la UCR y el PRO iniciaron un camino de concordia buscando solución a problemas sociales y de funcionamiento institucional, a contramano de lo que la época y los políticos "exitosos" proponen como método: la agresión, la violencia, la confrontación. En ese contexto: el rol del libertarismo, el tiernismo y la reaparición de Verna.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

Los principales representantes del poder político provincial dieron en la semana que se va una demostración de que cuando se quiere se puede, y que no necesariamente toda negociación entre partes debe arrojar como resultado ganadores y perdedores, sino que en todo caso es un camino que se inicia con desenlaces llenos de matices.

Lo que es seguro es que el principio de diálogo que el gobernador Sergio Ziliotto inició al invitar a su despacho a las principales referencias legislativas tendrá impacto positivo en la comunidad, especialmente en los sectores más necesitados, y posiblemente en el futuro de la convivencia democrática.

Esa posibilidad de sentarse a una misma mesa con la idea central de buscar puntos de acuerdo y no de confrontación, ni siquiera impide que las representaciones del radicalismo y del PRO sigan sosteniendo sus principios ideológicos, defendiendo el interés de su base electoral y cuestionando numerosas decisiones políticas del peronismo en el gobierno.

Ni el jefe del bloque radical Poli Altolaguirre, ni la presidenta del bloque del PRO María Laura Trapaglia incurrieron en alguna agachada respecto de sus anteriores procederes, sino más bien todo lo contrario: en respeto y práctica del diálogo que pidieron en todo este tiempo aceptaron el convite para tratar de que institucionalmente la Provincia salga de lo que parecía un callejón sin salida.

Ahora lo que queda es avanzar seriamente en una solución al gran problema: el hambre crece entre quienes habitan La Pampa, a raíz de múltiples razones y de años de políticas fallidas, pero muy especialmente a partir de la retrógrada distribución de los ingresos que implica el actual plan en vigencia, claramente diseñado para privilegiar a las minorías multimillonarias y perjudicar a quienes menos tienen, como también a la producción y al trabajo.

Oficialismo y oposición ya están de acuerdo en cuáles son algunas de las fuentes de financiamiento para un alivio a la emergencia alimentaria: el Casino, los altos sueldos de las autoridades de los tres poderes y los fondos habitualmente repartidos a los municipios serán parte de esa recaudación, que necesita además otros lugares desde donde nutrirse.

El peronismo propone que también paguen los bancos y quienes son propietarios de cinco inmuebles urbanos o autos de alta gama, destinatarios del "impuesto" a los que la oposición no quiere tocar porque son parte de su base de sustentación política y porque creen que ese gravamen derramaría hacia ciudadanos comunes.

A su vez, la oposición lanzó al ruedo la posibilidad de que también los gastos reservados sean fuente de financiamiento, propuesta que se supone entrará seriamente en análisis y que también ayudaría a gestar un camino de conciliación entre la llamada "casta política" y quienes habitan la provincia.

Independientemente del resultado final de esos acuerdos, de las precisiones y trámites que deriven en el proyecto de ley, lo positivo del actual escenario es que las distintas fuerzas pudieron dar el paso que se precisaba para que los ruidos que protagonizaban la agenda pública se convirtieran en una oportunidad.

…y una de arena…

Fruto de las circunstancias políticas, luego de un ajustado triunfo electoral el año pasado y con una Legislaturas que quedó diseñada en paridad, Ziliotto ya había dado mensajes de concordia cuando a poco de iniciar su gestión convocó a un encuentro con los partidos políticos como primer paso para aproximar algunas posiciones, por más dicotómicas que puedan sonar a primera vista.

Aunque se trata ni más ni menos que de la razón de ser de la actividad política, y de lo que la acción democrática implica, la confluencia en un marco de armonía es todo un avance en un contexto en el que el ejercicio de la cosa públicas parece facilitar mucho más el daño, la agresión y los ataques que la posibilidad de los entendimientos.

En ese sentido, no puede disimularse que el gobierno nacional de Javier Milei llegó al poder haciendo uso y abuso de esas herramientas de odio y provocación, también con enorme incidencia de las llamadas "redes sociales" que facilitan esos tonos y metodologías, y que subido a ese "éxito" aplica ya desde el poder, y de manera sistemática, esas técnicas de confrontación, en el convencimiento de que le permitirán arriar agua a su molino.

Además de que los vientos que un día son favorables pueden modificarse mañana hacia el lado contrario, el propio desarrollo de esas técnicas y hábitos implican un impacto negativo en la ciudadanía, que si observan que quienes ostentan el poder y la representación se manejan impunemente con esos modos y rutinas posiblemente sientan la tentación de imitar esos usos y costumbres en el barrio, en el trabajo, en la vía pública o en cualquier instancia de la vida en comunidad.

No es azaroso que en este marco Comunidad Organizada no haya participado del acuerdo entre oficialismo y oposición: amén de ser una fuerza minoritaria, su estilo se caracteriza por la confrontación exacerbada, y sus principales referencias incluso se han jactado con orgullo de su práctica de la represión y la violencia.

Mientras la UCR, el PRO y el oficialismo dialogaban buscando acuerdos en beneficio general, el espacio tiernista difundía un documento provocador, poblado de referencias berretas y dando privilegio al chiquitaje, y hasta agitaba de modo ridículo la posibilidad de pedir al gobierno nacional una suerte de intervención federal.

Con menos representación institucional en la actualidad, pero siempre importante políticamente, el exgobernador Carlos Verna también eligió una reaparición pública en la que desarrolla una de sus innegables potencialidades: su capacidad de daño está intacta, como corresponde a un líder de su magnitud.

El regodeo con la derrota política de un gobernador peronista como Axel Kicillof, la chicana a Sergio Ziliotto y el ninguneo al jefe del bloque legislativo peronista Espartaco Marín, achican la prestación histórica de Verna, quien fue posiblemente el gobernador que más y mejor puso en primer plano la pelea por los intereses provinciales y el federalismo, pero que sin embargo antes de estos gritos twitteros para embarrar la cancha hizo un sospechoso silencio ante la desembozada avanzada libertaria sobre los recursos de La Pampa, sobre la justicia social y sobre la calidad de vida de quienes trabajan y producen.

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