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EL DIARIO digital
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Una de cal
El gobernador Sergio Ziliotto definió que la ministra del Superior Tribunal de Justicia sea Verónica Campo, actual fiscala penal en General Pico, para reemplaza a la saliente Elena Victoria Fresco, quien se jubiló después de 39 años ejerciendo en distintos ámbitos del Poder Judicial.
Aunque era una obviedad que se tenía que tratar de una mujer, es bienvenido que el jefe del Ejecutivo no haya elegido algún atajo de tipo formal o legal para esquivar esa evidencia, puesto que ni la Constitución ni las leyes establecen la necesidad de ese "cupo" que sí se ha normado en otros poderes o jurisdicciones.
Resulta vergonzoso, en ese sentido, ver el panorama nacional, donde la Corte Suprema no solo se caracteriza por sus procederes de casta, su vínculo cada vez más carnal con determinados sectores políticos e ideológicos, su apego a las peticiones de espacios de poder, sobre todo si son porteños, sino que además configura casi una caricatura del machismo y la costumbre patriarcal que en general describe a la mayoría del Poder Judicial.
Además de elegir a una mujer, Ziliotto dio el primer paso de una serie que se adivina: una renovación generacional, y por lo tanto de miradas, del máximo organismo judicial, en el que la mayoría de sus integrantes siempre fueron hombres, de edad mayor -con sus excepciones- y provenientes del espacio de los jueces y juezas, que tiene su propia impronta.
Campo viene del Ministerio Público Fiscal y tiene 45 años, dos características que ayudan a entender el perfil que ella misma, con honestidad brutal, desnudó tras un encuentro con Ziliotto, al revelar lo que le había pedido: "Creo que el gobernador apunta, y de hecho me lo dijo, a la cuestión generacional, que no sea un lugar como sucedía antes que iban los jueces a terminar de jubilarse, sino que vaya gente más joven y proactiva".
Se supone que la senda continuará con los reemplazos de otros ministros de prolongada trayectoria, como Hugo Díaz y Eduardo Fernández Mendía, cuyas trayectorias se hicieron en la primera circunscripción judicial.
Otros dos costados de la designación están en la vidriera para ser analizados de acuerdo a la realidad efectiva: la transparencia y la idoneidad.
Campo ha demostrado en sus años como fiscala ser una funcionaria trabajadora y dispuesta, pero nunca opacó del todo los cuestionamientos que le llueven desde algunos sectores opositores que interpretan que llegó a ese sitial y tuvo "suerte" en su carrera por ser una "hija del poder", ya que su padre es el exvicegobernador Luis Campo y su madre la exministra de Educación María Cristina Garello.
En esas críticas se incluyeron algunos comportamientos que no aluden ya a ese presunto favoritismo y privilegio, sino que apuntan a algunas deficiencias en su formación, asunto que en todo caso la nueva ministra -una vez que reciba el aval de la Legislatura- tendrá que dejar demostrado en el ejercicio de la función, por aquello que un viejo refrán resume: "en la cancha se ven los pingos".
y una de arena
Es de esperar que la saludable confrontación de posiciones por la conducción de la Cooperativa Popular de Electricidad permita una discusión sensata y genuina de algunos aspectos que tienen que ver con el funcionamiento de esa institución, y no derive en un concierto de chicanas y pases de factura.
Es el riesgo, en realidad, de cualquier disputa de este tipo, que se prevé profunda y picante, pero que además implica un proceso electoral que puede comenzar con madurez y amabilidad, pero necesariamente derivará hacia la tirantez y las tensiones, como ocurre casi siempre.
Además, se suma una nueva elección a la cantidad de comicios que en este tiempo han marcado la vida de santarroseños y santarroseñas, además de vecinos y vecinas de las localidades interconectadas: en muchos casos se trata de las mismas personas que intervinieron en las internas políticas de febrero, que tuvieron la obligación de votar en las provinciales de mayo, que fueron otra vez a las urnas en las PASO de agosto, que asistirán a la primera vuelta nacional en octubre y que quizá tengan que definir la segunda vuelta en noviembre.
A todo ese cargadísimo calendario, se agregaría otro voto en septiembre para definir la conducción de la CPE, con la puja previa que eso significa: a veces esa participación puede ser vista como una posibilidad interesante de intervención en la vida pública, pero en ocasiones el exceso de esa institucionalidad también genera hartazgo.
La sola derivación en una disputa electoral pone en evidencia que la actual conducción Celeste, a la que no se le niegan méritos de importancia, cometió algunos errores que le abrieron la puerta a la aparición de una oposición organizada: el conflicto con un espacio trabajador, ciertas conductas que aparentan lejanía respecto de diversos sectores, facilitaron el crecimiento de un grupo no oficialista, al que además se suman, como siempre pasa, aprovechadores y oportunistas.
La propuesta de una renovación también puede ser riesgosa si incluye algunos vicios que han sido clásicos en otros momentos en que hubo listas opositoras: el vínculo político, la sensación de que todo se logra con padrinazgos del poder, o la repetición a veces vacía del discurso de que hay que "cambiar" sin tener muy en cuenta cuál es después el desafío concreto de gestionar la mayor empresa de La Pampa, con presencia masiva de trabajadores y trabajadoras de distintos gremios, y con servicios diversos, masivos y extendidos en el territorio.
El detalle positivo es que, al menos si las listas presentadas tienen el aval legal para participar, serán socios y socias quienes definan el futuro de una institución que hoy asoma sólida y referencia central de la comunidad, pero que hace décadas también tuvo que soportar ataques y gestiones que se caracterizaron por el despilfarro y que casi la dejan al borde de la quiebra.