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EL DIARIO digital
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"Cada vez hay más productores ecológicos, tenemos indicios de que las nuevas generaciones están respensando la producción hacia un sistema más sostenible", afirma Javier Souza Casadinho, un reconocido militante de la agroecología y miembro fundador del movimiento de Pueblos Fumigados de Buenos Aires.
"No todos, pero muchos hijos de productores, están pensando en como nutrir el suelo con materia orgánica", asegura, para dar un mensaje esperanzador en un contexto de grave deterioro del medioambiente y de incontenible uso de plaguicidas, con los costos para el medioambiente y la salud pública que traen aparejados.
"Desde hace muchos años intentamos ligar la problemática de la salud a los plaguicidas", dice Souza Casadinho, que es docente de la Universidad de Buenos Aires y coordinador en Argentina de la Red de Acción por los Plaguicidas en América Latina.
Este jueves y viernes participó del Congreso de Medicina General que se desarrolló en la UNLPam. Viven en Marcos Paz y es autor de varios libros sobre agroecología y los impactos de los transgénicos. Sin dudarlo, se manifestó a favor de insistir con la Ley de Plaguicidas que se está intentando reglamentar en La Pampa y que las entidades patronales del campo resisten, incluso reclamando su derogación.
-¿Cuál es el diagnóstico del paciente medioambiente, hoy, en relación al uso de plaguicidas? -le consultó El Diario.
-El mundo y Argentina están en una situación muy grave. En el país se usan 550 millones de litros anuales de plaguicidas. Hace 30 años se usaban 30 millones. Todos son peligrosos, pero una gran parte son altamente peligrosos.
-¿Esa curva ascendente continúa o se frenó?
-Continúa. El monocultivo se extendió en la región pampeana y en todas las regiones del país, soja, frutihortícolas, tabaco. Los monocultivos no son sustentables y requieren de muchos plaguicidas. Y ha permeado entre los productores la idea de que todo insecto o planta silvestre hay que acabarla. Hay una mirada de erradicar todo, de tener el campo libre. Se incrementó el uso de plaguicidas y cada vez tienen que aplicar más.
-¿No se estabiliza la cantidad de plaguicidas que se aplican?
-No. Se necesita cada vez más. La naturaleza se expresa a través de la diversidad biológica. Se pierde la calidad del suelo y no alcanzan los fertilizantes. No es lo mismo rotar, abonar con materia orgánica, que aplicar un fertilizante. Todos los abonos orgánicos como los estiércoles de animales, los rastrojos de plantas, los abonos verdes, el abono compuestos suministran más de cuarenta nutrientes y el fertilizante puede aportar solo tres.
-¿O sea que nunca puede remplazar el fertilizante a un abono orgánico?
-Claro. Se pueden poner rotaciones de siembra, alfalfa, tréboles, hay una cantidad aportes que dan estabilidad al suelo. Los suelos ricos en materia orgánica producen plantas que no van a requerir aplicación de insecticidas o fungicidas.
-¿Cómo conciliar este tipo de producción con la búsqueda de rentabilidad?
-Es lo que buscamos en la agroecología. Necesitamos que los productos tengan rentabilidad. No la máxima. Tienen que ser sustentables. Hay muchas experiencias en el país. En los congresos se están presentando muchas experiencias. Nutrir el suelo genera diversidad ecológica. Se puede producir hasta yerba mate con rentabilidad positiva. En Baigorrita, cerca de 9 de Julio, en 200 hectáreas, una familia produce en forma combinada ovinos con trigo. No compran semillas, ni fertilizantes. Nutren bien el suelo.
-¿Hay cierto egoísmo del que produce sin importar lo que deja para la próxima generación?
-En los productores y empresas familiares la tierra se constituyó en un bien de herencia. La primera generación que empezó a trabajar en la pampa cuidaba el suelo porque lo iban a transmitir a sus hijos. Eso se perdió. Con lo cual, no importa cómo queda el suelo. Eso es lo que tenemos que conciliar hoy. Los productores tienen que pensar su unidad de producción dentro de un sistema más grande, la naturaleza. Dependemos de la naturaleza. En La Pampa se está discutiendo la reglamentación de la Ley de Plaguicidas, se tiene que aplicar.
-Justamente las entidades de productores, del campo, la rechazan y piden su derogación...
-La sociedad, el gobierno, tienen que insistir. Es una problemática de salud pública. Se puede producir para exportar conciliando con la salud pública y el cuidado del medio ambiente. Los productores que producen trigo calculan que la mitad del costo de la producción son plaguicidas y fertilizantes. Si uno deja de depender de los fertilizantes y hace rotaciones y asociaciones, deja de usar plaguicidas, ese costo baja a la mitad. Es para pensarlo.
-¿La búsqueda de acelerar los tiempos conspira contra esa visión?
-Justamente la actividad agropecuaria depende de ritmos, ciclos y flujos de la naturaleza. Hay que esperar. Hay que conocer y respetar los ciclos. A la naturaleza le llevó años producir un buen suelo y nosotros lo podemos destruir en dos o tres años.
-¿La concentración económica tampoco ayuda?
-Seguro. Hay una gran concentración de la tierra. Entre 1988, que se hace el censo agrario, y 2018, que se repite, en treinta años, desaparecieron 170.700 unidades productivas. Y la unidad media de producción pasó de 450 a 650 hectáreas. A eso se le suma que tenemos megaproductores de más de 50 mil hectáreas, inversores extranjeros, industriales, artistas. Esto hace que cada vez sea más caro producir, se necesita más plata para adquirir el paquete tecnológico. Esto lleva también a la migración de productores, que cada vez viven menos en el predio.
Así está la situación, pero tengo fe. Cada vez hay más productores ecológicos, tenemos indicios de que las nuevas generaciones están repensando la producción hacia un sistema más sostenible. No todos, pero muchos hijos de productores, están pensando en como nutrir el suelo con materia orgánica.
-¿Qué papel juega el estado en la problemática?
-Cuando decimos que se pierden unidades, estamos hablando de políticas públicas. Pasaron desde Alfonsín, de la Rúa, Menem, los Kirchner, Macri, pero en esos treinta años la gran mayoría de las políticas tuvieron esa mirada extractivista respecto al campo. Hay leyes, ordenanzas, en Marcos Paz no pagan impuestos las producciones agroecológicas, pero son parches. Milei bajó los aranceles de los plaguicidas, pero el año pasado también lo había hecho (Sergio) Massa. No hay políticas públicas en el sentido del cuidado de la gente y el ambiente.