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EL DIARIO digital
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Por JP Gavazza (*)
"Quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor". Juan Domingo Perón.
Carlos Verna reapareció en acción esta semana, y lo hizo en su estilo, además recargado. Se regodeó con la derrota política de Axel Kicillof, chicaneó al gobernador pampeano Sergio Ziliotto y atacó directamente al jefe del bloque justicialista Espartaco Marín. Hay una coincidencia: todos sus blancos son dirigentes peronistas de alta representación. En el caso de Marín, hasta perdió las formas, porque lo ninguneó sin demasiados motivos ni necesidades.
Lejos de ser la primera vez que Verna elige para sí mismo ese lugar de ponerse a chucear a compañeros, su trayectoria incluye una serie de episodios en los que su blanco predilecto son representaciones del propio peronismo, o del espacio nacional y popular.
En más de una ocasión, con razones a mano, por estrategia, por convicción o por recelo personal, elige pegarles a dirigentes que incluso son respetados o admirados por quienes también lo respetan y lo admiran a él. La diferencia es que esta vez su aparición pública no cayó del todo bien en varios sectores, y algunos dirigentes o militantes hasta se animaron a responderle.
Reaparecido en acción
Su Twitter estuvo mudo mucho tiempo. Ni en la PASO, ni en la primera vuelta, ni en el balotaje del año pasado tuvo algo que decir. Tampoco frente al ajuste más grande de la historia, que está haciendo Javier Milei, según él mismo se jacta. El silencio de Verna acompaña también todo el despliegue del topo que ama destruir el Estado desde adentro.
Pero esta semana apareció para elogiar a la gestión libertaria: reivindicó que la mayor inversión de YPF se haga en Río Negro y con la excusa de que es "una buena noticia para la Patagonia" festejó la derrota de Kicillof y se burló de que sea el aliado de Ziliotto, el gobernador al que él mismo eligió pero al que varias veces durante sus dos gestiones la ha puesto obstáculos, saliéndose de candidaturas, borrándose de actividades proselitistas o paralizando la maquinaria electoral norteña para que el PJ no gane.
Antes de todo eso, Verna sí usó el Twitter: cuando el presidente era Alberto Fernández lo recibió con un "ahora nos cagó un compañero". La misma frase usó para complicar el campaña al entonces ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa. Más "casualidades": los blancos de sus diatribas eran dirigentes peronistas de altísima representación.
Su trayectoria apila más hechos de ese tipo. Aunque desmintió que alguna vez haya mandado a Cristina Fernández de Kirchner a "lavar los platos", fue acusado formalmente de haber formado una "Triple Alianza" para traicionar a Rubén Marín cuando el fallecido exgobernador iba por la reelección. Ahora que Verna reincide, es buen momento para refrescar algunas de sus andanzas por esas mismas canchas embarradas durante los últimos 20 años, en que fue indiscutido líder del PJ pampeano.
Biografía no autorizada
Cuando ocurrió la "traición" a Marín, en el '98/'99, "El Barba" -como lo apoda el peronismo- ya había sido ministro de Obras Públicas, intendente de General Pico y senador. Al día siguiente de algunas elecciones semifallidas del PJ, gustaba de cartelear sus territorios, amenazante: "Se Viene Verna".
Ahí empezó su construcción política como líder. Con un estilo singular, a veces incomprensible, también porque una de sus manías es recluirse -como hasta ahora- en prolongados silencios que aturden.
Una suerte de sintética biografía no autorizada -sin asuntos morales y sin Código Penal- permite hacer memorias sobre sus sucesivos comportamientos políticos:
- En 2003 se dejó apadrinar por Marín (lo forzó a eso con la presión de una mayoría de intendentes que puso a El Tío entre la espada y la pared, hasta no dejarle otra opción). Así llegó a la Gobernación, como hombre de Convergencia. Y dijo: "hay que sentarse a conducir un auto del que se bajó Fangio". A mitad de su mandato, cambió esas loas por una voltereta: armó la Línea Plural, con los recursos de su lado.
- En 2004, ya gobernador, Verna concretó un plantón en uno de los más fuertes actos simbólicos del peronismo kirchnerista: pegó un faltazo al acto de la Memoria en la ESMA, en componenda con José Manuel de la Sota, Felipe Solá, Jorge Obeid y Jorge Busti, que también eran gobernadores de la pampa húmeda. Publicaron una solicitada despegándose del gobierno nacional y Néstor les contestó: "ahora quieren salir a la superficie cuando estuvieron agachados durante años".
- En 2007 Verna terminó con la hegemonía de Marín en el PJ: no se animó a enfrentarlo en la interna, pero usó como delfín a Oscar Mario Jorge. Se aprovechó del resentimiento que anidaba en El Ningo desde que la banda marinista lo ninguneó, justamente para elegir a Verna. El Barba armó la estrategia de la "descentralización" para comprar el favor de las intendencias y aprovechó la interna abierta donde además de los afiliados los "independientes" estaban muy dispuestos a castigar al marinismo que la época describía como feo, sucio y malo.
- En 2008, cogobernando desde las sombras, operó para voltear de la Intendencia de Santa Rosa a Juan Carlos Tierno. Él mismo lo había puesto en ese lugar. Monitoreó la intervención con incidencia del bloque legislativo que manejaba como propio. No podía salir mal: la medida tenía aval interno en el peronismo, respaldo opositor, de los medios, del Poder Judicial y de la ciudadanía politizada.
- En 2009, para mantenerse vigente, se candidateó como senador. Hizo campaña en tono opositor: se embanderó con los intereses de las patronales agropecuarias y creó, con éxito, su teoría de "defensa de los intereses provinciales" como resistencia a la acumulación de poder kirchnerista. Se alineó con el "Grupo A" que juntó a toda la runfla opositora y que en la otra cámara tenía la cara visible de "La Pato" Bullrich.
- En 2011 ya era candidato a la Gobernación: volvía con todos los laureles. El peronismo del viejo mar donde navega el silencio le había tendido la alfombra roja, reconociéndole liderazgo, imagen y gestión. Pero otra vez le hizo al Antón Pirulero: atendió su juego y se fue a la casa enojado con La Jefa (Cristina Fernández de Kirchner), que puso a María Luz "Luchy" Alonso en la boleta. Renunció a ser candidato un día después del cierre de listas: puso en serio riesgo al peronismo, que tuvo que hacer malabares para presentar una lista floja de papeles.
Los 12 apóstoles y El Colo
- Desde 2011 exacerbó su poder de daño: le hizo la vida imposible a la gestión de El Ningo Jorge. Sus "12 apóstoles" en el bloque "oficialista" fueron en rigor un bloque opositor a las políticas públicas del gobierno pampeano.
- En 2012, como aperitivo de la declaración de guerra, renunció a la Intendencia de General Pico Jorge Tebes, ultravernista de toda la vida. La excusa: el gobierno capitalino de El Ningo no le daba fondos.
- En 2013, el bastión vernista fue plataforma victoriosa para El Colo Carlos Javier Mac Allister. Los votos que sumó especialmente en Pico y en el norte lo llevaron al Congreso Nacional. El peronismo perdió una banca y su candidato, Gustavo Fernández Mendía, también acusó a los "traidores". "El peronismo creó un monstruo al que va a ser difícil cortarle la cabeza", advirtió Tapera Avendaño.
- En julio de 2015 Verna sepultó el liderazgo de El Ningo, que había armado su línea Compromiso Peronista. El Barba superó en la interna al candidato a la gobernación Fabián Bruna. Marín y Verna se aliaron (más que los "caballitos de calesita que siempre se repiten", como les dijo CFK, fueron dos viejos zorros). Funcionó el slogan que quedó para la historia: "La Pampa o La Cámpora".
- En noviembre de 2015 Verna dejó que Macri ganara en La Pampa. Hizo la plancha frente al balotaje con Daniel Scioli (la campaña "coincidió" con las vacaciones de Verna) y en los primeros meses de gestión entabló una luna de miel con el PRO. Mandó a sus legisladores a votar lo que pedía Macri y después los dejó pedaleando en el aire: hizo otra voltereta, se convirtió en ultraopositor y reprochó que "algunos gobernadores están más cerca de Macri que de Perón".
- En 2017 empezó el romance tardío con el kirchnerismo. En reconciliación, tejieron con paciencia la unidad del peronismo y eso permitió el triunfo por 76 votos en la legislativa contra el macrismo.
- En junio de 2018 El Barba terminó con el liderazgo que pretendía construir Tierno. Antes se habían perdonado y aliado. En 2015 lo había llevado otra vez como ministro de Seguridad y JCT vio la posibilidad de revalidar sus contactos populares. Le hizo una encerrona y después de usarlo, lo tiró. Poco después quedó firme el fallo judicial que condenó al abusador de poder.
- En septiembre de 2018 Verna anunció que no iría por la reelección. Contó que tenía cáncer. Armó su sucesión con madurez y su liderazgo facilitó la unidad. Eligió a Sergio Ziliotto como gobernador, evitó una carnicería y nadie sacó los pies del plato: fue triunfo contundente en mayo de 2019.
- En octubre de 2019, Verna fue estrella central del acto del 17, cuando Alberto Fernández y La Jefa pidieron un "nunca más" al neoliberalismo. Para Verna, parecía un retiro en inmejorables condiciones: su último gobierno logró el respaldo de la Corte Suprema de Justicia al reclamo del Atuel, incorporó a las cooperativas en la gestión, propició firme presencia estatal. Fue pionero de la reorientación del peronismo: con Tierno fuera de juego, armó un frente de centroizquierda con tendencia nac&pop.
Eso casi que lo posicionaba entre los laureles, con una imagen final de estadista y estratega, hasta eclipsando su Modo Banelco, su Banda del Senado, o las acusaciones de traición al peronismo. Pero nunca pudo dejar de volver a las andadas. Como enseña la fábula de la rana y el escorpión: está en su naturaleza.
(*): El artículo es un exctracto adaptado de un artículo publicado originalmente el 31 de octubre de 2021, "El escorpión del peronismo: memorias de traiciones y deslealtades".