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Crítica de "Daaaaaalí!"

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Surrealista como el genio de Figueras al que parodia en esta brillante comedia que no es un biopic, el cineasta Quentin Dupieux vuelve a regalarnos una historia cargada torpedos delirantes y absurdistas.

Por Jordi Batlle Caminal / Fotogramas

El choque entre dos sensibilidades surrealistas tan pronunciadas como las de Salvador Dalí y Quentin Dupieux estaba llamado a echar chispas. Dupieux, como hizo Todd Haynes con Bob Dylan, multiplica al genio de Figueres concediéndole diversos rostros alternativos y, desde la aparición del primero en ese gag magistral del pasillo del hotel, el cineasta lanza uno tras otro, sin interrupción, sus habituales torpedos delirantes y absurdistas, dibujando el disparatado mapa de un Dalí vanidoso y endiosado. ¿Un Dalí caricaturesco? Casi tanto como lo fue en la vida real.

Una entrevista al parecer eternamente postergada es la base sobre que la Dupieux levanta un carrusel de brillantísimos momentos chiflados, que van del apunte breve (una lluvia de perros muertos) a esa más larga escena, presidida por el efecto ritornelo, de la cena y el relato del sueño del clérigo, escena que don Luis Buñuel habría aplaudido hasta despellejarse las manos. Como 'Mandíbulas' o 'Fumar provoca tos', 'Daaaaaalí!' exhala el perfume del cine hecho con plena libertad y bajo el lema de la imaginación (surrealista) al poder.

Para devotos del ingenio y la imaginación desbordante de 'Monsieur' Dupieux.

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