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EL DIARIO digital
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El 29 de octubre es el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV). Reconocer un ACV en el momento que ocurre es fundamental para poder acudir de inmediato a un centro médico donde el paciente pueda recibir el tratamiento adecuado a tiempo.
Alrededor de 80 millones de personas que viven en el mundo hoy han sufrido un accidente cerebrovascular y, en consecuencia, más de 50 millones de sobrevivientes viven con algún tipo de discapacidad permanente. Mientras que para muchos, la vida después del accidente cerebrovascular no será igual, con el cuidado y el apoyo adecuados, sigue siendo posible vivir una vida significativa. Como millones de sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares nos muestran cada día, es posible levantarse después de un ACV
¿Qué es el ACV?
El accidente cerebrovascular (ACV) es un cuadro clínico de inicio agudo desencadenado por la obstrucción o la ruptura de un vaso que forma parte del territorio vascular cerebral. La obstrucción de una arteria en forma permanente produce un ACV isquémico, también llamado infarto cerebral, que es la forma más frecuente de ACV.
En el caso que se produzca la ruptura de una arteria cerebral se produce un ACV hemorrágico. Si el vaso ocluido es una vena cerebral, lo que se produce es una trombosis venosa cerebral.
En nuestro país es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte. Se produce con mayor frecuencia en mayores de 45 años, en general asociado a la presencia de factores de riesgo vasculares.
¿Cómo puede prevenirse?
Existen factores de riesgo no modificables, como la edad y el género masculino, pero el ACV también se asocia a factores de riesgo modificables. Los principales son la hipertensión arterial (HTA), la diabetes mellitus (DBT), el tabaquismo y la hipercolesterolemia (colesterol elevado). Además se asocia a obesidad, sedentarismo, elevado nivel de stress, ciertas patologías cardíacas, trastorno por abuso de alcohol, consumo de ciertas drogas ilegales como la cocaína, trastornos de coagulación hereditarios o adquiridos, y otros.
Por la tanto, las medidas de prevención primaria deben partir desde el manejo de los factores de riesgo modificables, como por ejemplo un adecuado tratamiento de la HTA, de la DBT, de la hipercolesterolemia, el abandono del tabaquismo y del consumo en exceso de alcohol, el descenso de peso, la realización de actividad física aeróbica, una dieta de tipo "mediterránea" (rica en frutas, verduras, granos enteros, frijoles, nueces, semillas, aceite de oliva, con cantidades bajas a moderadas de pescado, carne de ave y productos lácteos, con poca carne roja).
En los pacientes que ya han sufrido un ACV isquémico se realiza prevención secundaria, agregando a lo ya mencionado el tratamiento con aspirina en dosis bajas o un anticoagulante, según cuál haya sido el mecanismo del ACV.
¿Cuáles son los síntomas?
El cuadro clínico en general corresponde al desarrollo de un déficit neurológico focal de inicio agudo. Esto significa la aparición en segundos o minutos de signos y síntomas que dependerán del territorio vascular afectado, Los síntomas más frecuentes son debilidad o alteraciones en la sensibilidad en la cara, el brazo o la pierna en un lado del cuerpo, dificultad para hablar y/o para tragar, alteraciones en la visión, vértigo, o dolor de cabeza súbito y de intensidad severa sin causa aparente. En el caso de presentar alguno de estos síntomas se debe consultar en forma inmediata en un servicio de emergencias.
¿Cómo es la rehabilitación?
La rehabilitación debe iniciarse en forma temprana, e idealmente debe ser realizada por un equipo conformado por profesionales de distintas disciplinas. El tipo de rehabilitación dependerá de las secuelas generadas por el ACV. En el caso de debilidad en un lado del cuerpo o alteraciones del equilibrio, se realiza rehabilitación mediante fisio-kinesio-terapia y terapia ocupacional. Las alteraciones del habla o la dificultad en la deglución deben recibir rehabilitación mediante fonoaudiología. La duración de la rehabilitación dependerá de la evolución del paciente, teniendo en cuenta que la mayor probabilidad de recuperación funcional se produce aproximadamente durante los primeros 12 meses luego del ACV.