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Crítica de "El club de los milagros"

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La actriz británica, fallecida en septiembre, es la protagonista junto a Laura Linney y Kathy Bates de esta comedia sobre un grupo de amigas que ganan un viaje a Lourdes. Dirige Thaddeus O?Sullivan.

Por Pablo Vázquez / Fotogramas

En julio de 2021 se estrenaba 'El viaje de sus vidas' (Jules Willamson), la última película protagonizada por la actriz Kelly Preston, fallecida apenas un año antes a la temprana edad de 57 años. Y aunque Maggie Smith tenía 89 cuando pasó a mejor vida el 27 de septiembre del presente año, su condición de icono extracinematográfico transmite a esta, su última aparición en la gran pantalla, un halo de tristeza y complicidad, contra el que es difícil rechistar. Un sentimiento de celebración, de memoria y de ritual colectivo que trasciende la película, al igual que sucedía con el film de Williamson, más allá de una valoración fría y cualitativa.

Lourdes, ciudad del pecado. La misma Smith aparece aquí junto a otras dos actrices hiperdotadas, Laura Linney y Kathy Bates, con el plus de las siempre gratas presencias de Stephen Rea y Agnes O?Casey. Son ese tipo de intérpretes que no necesitan grandes líneas de diálogo ni unos personajes complejos para llenar la pantalla y conmover al espectador. Su mera presencia es capaz de dotar a la escueta historia de una luz y una verdad que no siempre posee per se, así como disimular los aspectos más endebles del guion. Solo necesitan un par de planos y unos instantes de interacción para meterse al público en el bolsillo con un gesto, una mirada, una sonrisa o una mueca en el momento adecuado.

La película se sitúa en el polo opuesto de la acidez de la muy manipulada por la censura 'Los jueves, milagro' (Luis García Berlanga, 1957) o de la estupenda 'Lourdes' (J. Hausner, 2009). Donde aquellas buscaban la acidez, incluso la irreverencia, 'El club de los milagros' solo pretende hallar confort y amabilidad, como si su ideal de cine fuera aquel que se consume en tardes lluviosas bajo la cálida compañía de una manta de felpa. Y ahí encontramos la principal virtud de un film que sabe a la perfección lo que busca su público, el barro del que nacen sus personajes, la historia que quiere contar y la forma de hacerlo. También sus límites y, como es obvio, sus limitaciones.

En unos tiempos en que reina el descreimiento, hacer una película que aborda el trascendentalismo, con todos los matices que tenga su tratamiento y siempre con la coartada de que sucede en el pasado, no deja de poseer un poso no exactamente revolucionario, pero sí contracultural. He aquí, tal vez, lo más interesante del film de O?Sullivan: su visión de la religión no como una verdad irrefutable, sino como bálsamo y alimento moral para rebatir los sinsabores de un mundo caótico. Con la referencia cinéfila de 'La canción de Bernadette' (H. King, 1943) como principal asidero, la película entona su cántico en pro del cine añejo, los valores de la amistad y la conciliación y la tradición irlandesa, tanto literaria como cinematográfica, pero director y guionistas saben domeñar con pulso la tentación del exceso, para que el conjunto no resulte ni relamido ni retrógrado, todo lo más nostálgico y calculadamente dulzón. Pero demos al César lo que es del César.

Entre la filmografía de su director, Thaddeus O?Sullivan, destaca la correcta 'Criminal y decente' (2000), que contaba con bastante menos garra la misma historia de la notable 'El General' (John Boorman, 1998). A la hora de valorar la película, los críticos se lanzaron al cuello de la cinta protagonizada por Kevin Spacey, contrastando las diferencias entre el brioso estilo de Boorman y el más apagado oficio de O?Sullivan. A este crítico, con 'El club de los milagros' le ocurre algo parecido; no puede evitar imaginársela con un Stephen Frears en buena forma al frente.

Para brindar por la vida, obra y milagros de Maggie Smith.

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