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EL DIARIO digital
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Dedicó más de tres décadas a una de las tareas más nobles: ayudar a traer vidas al mundo. Se trata de Claudia Suárez, quien cursó la
primaria en la Escuela N° 7, continuó el secundario en el Colegio Félix Romero, y culminó con su título de Obstetricia en la UBA
(Universidad Nacional de Buenos Aires) y la Licenciatura en la Universidad del Aconcagua
Era enero de 1983 cuando, con la valentía de ser la primera de su familia en alejarse del hogar, emprendió su viaje hacia Buenos Aires para perseguir su sueño. A veces iba en Chevallier unas 12 horas- y otras en el desaparecido tren que con 18 horas de viaje unía el oeste pampeano con la Estación de Once. "Fue
todo un desafío, hija única y la primera vez que me alejaba de mi familia, pero fue mucho más fuerte el hecho de gustarme
demasiado lo que hacía"
, recuerda. Las comunicaciones no eran como las de hoy; y había que comunicarse con algún familiar o
vecino para contar cómo estaba o si necesitaba algo "en mi casa ni siquiera teníamos línea de teléfono fijo en los primeros años",
comenta Claudia a InfoHuella sobre aquellos tiempos.
Durante los últimos dos años de su carrera universitaria, realizó guardias semanales de 24 horas en el Hospital Subzonal
Especializado Materno Infantil de Avellaneda, hoy conocido como Hospital Subzonal Materno Infantil Ana Goitia. Fue allí donde,
junto a otros estudiantes, atendió unos 800 partos antes de finalizar sus estudios y regresar a Victorica.
"De marzo a diciembre, durante estos dos años asistía a las guardias como concurrente, se realizaban un promedio de 20 partos por
guardia que repartía con mi compañera, por lo que aproximadamente llegué a tener 800 partos siendo estudiante antes de venir a
trabajar a Victorica", sostiene.
EN EL HOSPITAL DE VICTORICA, UNA CIGUEÑA
Se recibió el 19 de noviembre de 1987 y, apenas dos meses después, ya estaba trabajando en el Hospital zonal de Victorica Luisa
Pedemonte de Pistarini bajo la dirección del médico Pascual Ranz. "Fueron años hermosos, no había especialistas (ginecólogos),
todos eran médicos generalistas", relata. Agradece haber recibido una formación tan exigente, "porque eso me permitió
desempeñarme con mucha seguridad".
En sus 36 años de carrera, ha asistido alrededor de 2000 a 2100 partos, lo que le valió el mote de cigüeña. Cada uno de ellos, desde el
primero hasta el último, ha sido un momento único y emotivo, lleno de sorpresas. Ha tenido el privilegio de recibir a hijos de
familiares, amigas y compañeras de trabajo. "Todos y cada uno de ellos tienen su encanto, su parte emotiva que siempre sorprende,
porque nunca se sabe cuál te va a maravillar y te vas a poner a llorar junto con los padres", expresa.
En su trayectoria como obstetra del Hospital de Victorica, donde realizó partos de mujeres del oeste y de provincias vecinas como San Luis fue testigo de
retrocesos y avances del Sistema de Salud. Desde tener que traer una vida al mundo junto a un médico o médica, a realizar partos con un staff casi completo.
"Cuando nació mi hija Kimey el Hospital de Victorica contaba con la ginecóloga Graciela Paolasso; el neonatólogo Botegoni y Marta Valentini - su esposa- que
era pediatra".
El 15 de enero de 2018, vivió un momento muy especial: estuvo presente en el nacimiento en el Hospital de Victorica de su primera
nieta, Olivia, hija de Eric, su primer hijo.
ASISITÓ EL PARTO DE SU HIJA
El parto estaba pensado para realizarse en el Hospital de Victorica, pero dado a que meses previos no estaba la totalidad del staff de
profesionales, la familia decidió viajar al Hospital de Complejidad Creciente René Favaloro, de Santa Rosa.
Y hasta allí fue Claudia un poco mamá de Kimey, otro poco abuela de Pía y siempre, pero siempre, llevando a cuestas ese mote de
cigüeña que no entiende nada de jubilaciones.
"Asistí al parto de mi hija y pude recibir a mi nieta Pía en esta profesión que elegí para mi vida. Agradezco al servicio de
Obstetricia del Favaloro: Lic. en Obstetricia Romina Buch y Mara Bazán, ginecóloga, que me acompañaron en el parto, me
contuvieron y fue muy importante su apoyo incondicional, desarrollándose de esta manera un clima de equipo de trabajo especial",
sostuvo Claudia a Infohuella.
Por último, dejando en claro el inmenso orgullo y gratitud que siente por su profesión de traer vidas al mundo en el oeste pampeano y
con los meses contados para jubilarse, Claudia expresa: "La verdad la vida no puede haberme premiado tanto".