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Día del Trabajo: la historia de la fiesta de los trabajadores en EE. UU.

El presidente Grover Cleveland lo convirtió en fiesta nacional en 1894, durante una crisis por los esfuerzos del gobierno federal para poner fin a una huelga de trabajadores ferroviarios.

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A finales del siglo XIX, muchos estadounidenses trabajaban 12 horas al día, siete días a la semana, a menudo en empleos físicamente exigentes y mal pagados. Los niños también trabajaban, en granjas y en fábricas y minas. Las condiciones eran a menudo duras e inseguras.

En este contexto, los trabajadores estadounidenses celebraron el primer desfile del Día del Trabajo, marchando desde el Ayuntamiento de Nueva York hasta un picnic gigante en un parque de la parte alta de la ciudad el 5 de septiembre de 1882.

"Desfile de hombres trabajadores", decía el titular de The New York Times. El artículo, que aparecía en la última página, informaba que habían desfilado "de forma ordenada y agradable" 10.000 personas , muchas menos de las que los organizadores habían previsto que asistirían. Entre los trabajadores había cigarreros, modistas, impresores, zapateros, albañiles y otros comerciantes.

Como todavía no era un día festivo oficial, muchos de los asistentes arriesgaron sus puestos de trabajo al participar en la huelga de un día. En sus pancartas pedían "Menos trabajo y más sueldo", una jornada laboral de ocho horas y la prohibición del uso de mano de obra de personas convictas. Fueron recibidos con vítores.

El movimiento obrero estadounidense era uno de los más fuertes del mundo en aquella época y, en los años siguientes, municipios y estados aprobaron leyes para reconocer el Día del Trabajo. Nueva York lo hizo en 1887, y el Times informó que el desfile de ese año fue más numeroso que nunca, incluso en medio de tensiones políticas sobre el papel de los grupos socialistas. Los parques, tiendas y bares de la ciudad estaban repletos.

"Los bares nunca estuvieron más resplandecientes", escribió el Times. "A nivel líquido, la primera celebración legal del Día del Trabajo puede pasar a la historia como un éxito rotundo".

Pero tuvieron que pasar varios años más para que el gobierno federal lo convirtiera en fiesta nacional, cuando sirvió a un propósito político mayor. En el verano de 1894, la huelga de Pullman perturbó gravemente el tráfico ferroviario en el Medio Oeste, y el gobierno federal recurrió a una orden judicial y a soldados para romperla.

Había comenzado cuando la Pullman Palace Car Company bajó los salarios sin bajar los alquileres en la ciudad de la empresa, también llamada Pullman. (Ahora forma parte de Chicago).

Cuando los trabajadores enfadados se quejaron, el propietario, George Pullman, hizo que los despidieran. Decidieron declararse en huelga, y otros trabajadores del Sindicato Ferroviario Americano, dirigidos por el incendiario activista Eugene V. Debs, se unieron a la acción. Se negaron a operar los vagones de Pullman, paralizando el tráfico de mercancías y pasajeros en los alrededores de Chicago. Decenas de miles de trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo, estallaron huelgas salvajes y las autoridades dispararon contra las multitudes enfurecidas.

Durante la crisis, el presidente Grover Cleveland firmó una ley el 28 de junio de 1894, declarando el Día del Trabajo fiesta nacional. Algunos historiadores dicen que temía perder el apoyo de los votantes de la clase trabajadora.

"En aquel momento, el reconocimiento del Día del Trabajo tenía muchas ventajas políticas", dijo Joshua Freeman, distinguido profesor de historia del Queens College y del Centro de Postgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Pero no era la única fiesta obrera sobre la mesa. Desde 1884, el movimiento obrero había convocado huelgas y protestas el 1 de mayo para impulsar la jornada laboral de ocho horas. Ese día se llamó Primero de Mayo, y ahora se celebra en todo el mundo, aunque no está reconocido oficialmente en Estados Unidos.

Se podría culpar al asunto de Haymarket. El 4 de mayo de 1886 estalló una bomba en una manifestación en la plaza Haymarket de Chicago en apoyo de la jornada laboral de ocho horas y contra los asesinatos de manifestantes a manos de la policía. Las autoridades abrieron fuego en respuesta y murieron siete agentes y cuatro manifestantes.

El episodio saltó a los titulares de todo el mundo, y la respuesta policial en Chicago fue feroz. "Los anarquistas acobardados", decía el titular de un artículo en la portada del Times del 8 de mayo, con un subtítulo: "Obligado a buscar escondites, el elemento desordenado profundamente atemorizado". Ocho anarquistas fueron condenados y cuatro ahorcados. Los críticos argumentaron que el juicio se llevó a cabo de forma deficiente y, siete años después, el gobernador John Altgeld indultó a los tres que seguían vivos.

En los años siguientes, el 1 de Mayo se convirtió en una ocasión para protestar por las detenciones de socialistas, anarquistas y sindicalistas. A medida que se asociaba con la izquierda radical, y que el Día del Trabajo era reconocido por cada vez más estados, este último pasó a ser la fiesta dominante en Estados Unidos.

En las últimas décadas, el Día del Trabajo en EE. UU. ha estado más dominado por asados, rebajas y días de playa de último momento que por estridentes protestas laborales. El movimiento obrero se ha debilitado y, en Nueva York, hay conflictos de calendario, como las vacaciones fuera de la ciudad y el gran desfile del Día de los Americanos de las Indias Occidentales en Brooklyn, que suele incluir un considerable contingente obrero.

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