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EL DIARIO digital
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Con la fuerza del linaje que le hace arder la sangre y el amor por su familia, Andrea Sánchez regresará al ring en busca del título mundial que siempre soñó. Esa pelea podría ser una de las últimas de su carrera y por eso, dice: "Será la más importante y voy a ir por todo". El primero de febrero, en Villa Carlos Paz, buscará convertirse en campeona del mundo en la categoría minimosca.
Nació hace 35 años en Villa Ángela, una comunidad toba del corazón de Chaco. Creció sabiendo cómo se hacen los ladrillos de tierra colorada y cómo es pasar horas y horas bajo el calor que descompone cosechando algodón, tarea que realizó junto a su familia, especialmente su padre.
No reniega de su infancia. Dice que fue lo que le tocó y que, pese a los inconvenientes y carencias a los que las comunidades originarias están acostumbradas, sus días chaqueños fueron felices. El amor de la familia fue la verdadera riqueza para la mayor de siete hermanos. Lo único que lamenta, mientras conversa con Infobae, es no haber aprendido su lengua nativa. "Al igual que otras costumbres, esa también se está perdiendo. Las últimas generaciones ya casi no lo hablan".
Creció en una familia de boxeadores: su papá es Martín "La Cobra" Sánchez. Sus tíos también boxearon, pero no fue hasta que vio a su padre vencido en el cuadrilátero que despertó en ella una furia ancestral y un deseo de "venganza" con la vida por considerarla tan injusta para ese hombre que unos meses antes lloraba la muerte de uno de sus hermanos.
"No merecía perder. Estaba abatido y salió a pelear igual, pero ese combate fue su único nocaut", recuerda y aún le duele. "Papá, yo voy a pelear y buscar el título de campeona del mundo", le prometió aún sin saber siquiera qué le decía.
Tenía apenas 14 años cuando decidió que el boxeo sería su vida. Con una determinación asombrosa (que a ella misma, 21 años después, estremece), dejó su tierra natal para probar suerte en Buenos Aires: en realidad, lo hizo persiguiendo ese sueño de llegar a lo más alto. Y sabía que lograrlo tenía muy poco de suerte si no que necesitaba emprender un rumbo de esfuerzo, disciplina y mucho coraje, sobre todo, para abrirse camino en ese mundo tan masculino y de los hombres. También sabía que esos requerimientos los traía innato.