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EL DIARIO digital
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"Sí, soy de Henderson, como Caniggia". El otro Pájaro, que vuela sin esas mechas teñidas de oro que porta Claudio Paul, un oro precisamente que le gusta mostrar a él y a toda la dinastía excéntrica de la que es parte, brilla en dos ruedas. Es Leo Pérez, tal vez uno de los proyectos más importantes del ciclismo de los últimos años, un pistero dobledorado en el velódromo Chancay de San Juan durante el Argentino de pista. "El cuerpo tiene que adaptarse al Sub 23 en 2025, vamos a ver qué pasa ahora con los entrenamientos. Pero esta es una buena victoria, estoy en una preparación y ganarle a Julián (Barrientos), es muy importante para mí. Él es un referente y me llevó al límite de mis posibilidades".
Pérez ataca largo, con el viento de cara, en la versión antihoraria del circuito, y Barrientos le toma la rueda. Es el duelo que vinieron a dar. Lo previsible de un espectáculo de dos grandes corredores.
Es que en esa 'volata', la verdadera, la que valía por la carrera, Pérez también se muestra fuerte, tanto o más que en la pasada especial que le había ganado al santarroseño media hora antes. Y es una lucha de dos que queda para uno, el del jersey de Colombia que parece hacerle honor a Fernando Gaviria, acaso el mejor sprinter cafetero de todos los tiempos.
"Me encanta venir a correr acá, medirme, aunque no pelee el campeonato. Y siento que Julián fue un examen que me supo llevar al límite", aporta con mucha sinceridad mientras su familia celebra otra obra de su joya.
Ninguna de las nueve carreras que se desarrollaron en el Autódromo Provincia de La Pampa fue igual a otra. Aunque sí los protagonistas que proponen. Ahí tiene un lugar ganado por derecho propio el campeón provincial, Julián Barrientos. Solo o con compas.
La carrera se corta al medio pasados los veinte minutos. Y a poco pierde a un protagonista directo: Santiago Roumec. El internacional sufre con la apuesta de bici de pista, los problemas mecánicos lo retrasan y conectar ya, será misión imposible.
Coco González, ganador de la categoría Máster B, se anima, se prueba y se mide en una escapada. Sus piernas responden en esos primeros minutos, tienen el gas que quedó de un rato antes, y se lleva la pasada especial.
Pero después de algunos ataques, de varias idas y vueltas, el pelotón toma respiro. Se parte, se estira, se va contra el paredón, se abre en la recta con el viento de frente hasta que por fin se rompe. Y para siempre.
Juli Barrientos, Leo Pérez, Franco Cragnulini y dos despiertísimos Loza y Laffeuillade, se van. Se desprenden y firman el pacto de no agresión y sí colaboración. Toman diez, quince segundos y es la fuga buena. La que vale.
Atrás hay desacuerdos y no hay gente con fuerzas para cerrar el hueco y la película parece spoilearse. Es, en todo caso, un final cantado.
Llega la segunda cereza del postre y Pérez no se la pierde. La toma, la saborea y se prepara para someter al resto. El único que puede es Julián. Y con él hace el viaje en primera.
Esto que parece ser un entrenamiento a tope en un lapso breve de tiempo, los separa del resto. Y los condena a una definición cara a cara. Son los dos mejores. Los más fuertes. Pero solo uno gana. Y casi siempre es justicia. Al podio también suben Cragnulini, Loza y Laffeuillade.