Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
En una era donde el fitness se ha convertido en una tendencia omnipresente en redes sociales, un argumento revolucionario desafía la percepción convencional sobre la actividad física. Daniel E. Lieberman, profesor de Biología Evolutiva en la Universidad de Harvard, sostiene en su libro Ejercicio que, biológicamente, los seres humanos no evolucionaron para hacer ejercicio.
Tampoco evolucionaron para ser sedentarios
Su afirmación no busca promover el sedentarismo, sino poner en perspectiva cómo la actividad física no es algo natural para nuestro organismo, sino una práctica adquirida con la modernidad. Según Lieberman, el ser humano está diseñado para caminar y sentarse, no para correr grandes distancias o someterse a entrenamientos intensivos. Argumenta que nuestros antepasados cazadores-recolectores no realizaban actividad física por placer o como una obligación, sino únicamente por necesidad.
Diseñados para caminar y descansar sin remordimientos
Caminar largas distancias para buscar alimento era parte de su supervivencia, pero cuando podían descansar, lo hacían sin culpa. De ahí que nuestro metabolismo haya evolucionado para ahorrar energía y evitar esfuerzos innecesarios. El investigador también hace énfasis en la importancia del metabolismo basal, es decir, la cantidad mínima de energía que nuestro cuerpo necesita para funciones vitales como la circulación sanguínea y la regulación de temperatura.
Aproximadamente, este gasto representa entre el 60% y el 75% del total de calorías consumidas diariamente, lo que explica por qué muchas personas tienen dificultades para perder peso solo con ejercicio. Según Lieberman, esto refuerza la idea de que el cuerpo no está programado para el desgaste físico constante. A pesar de esta perspectiva evolutiva, el especialista no desacredita los beneficios del ejercicio.
Sostiene que moverse es importante para la salud, pero sin caer en los extremos, evitando el sobreentrenamiento que puede causar fatiga, estrés y lesiones. Propone en su lugar hábitos más naturales, como caminar al menos 10.000 pasos al día, levantarse con frecuencia si se pasa mucho tiempo sentado y encontrar una forma de ejercicio que no se sienta como una carga, sino como un complemento del bienestar.