Ciencia

Cuáles son los resultados más excéntricos de la ciencia

Son investigaciones que llaman la atención, se toman con humor y hasta despiertan sonrisas. Pero siempre hacen pensar. Reciben los premios Ig Nobel cada año en 10 categorías. Quiénes los han ganado en América Latina.

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EL DIARIO digital

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"Mientras la ciencia tranquiliza, el arte perturba", sostenía el pintor francés Georges Braque. Generalmente, se cree que la actividad científica es solemne y que persigue una misión clave para la humanidad. Pero hay muchas investigaciones que resquebrajan creencias y llaman la atención. Entre muchas otras experiencias, hubo científicos que se pusieron a estudiar cuál debe ser el manejo adecuado de un pene atrapado en la cremallera del pantalón. Otros se han ocupado de demostrar que los orgasmos sexuales pueden ser tan efectivos como los medicamentos descongestionantes para mejorar la respiración nasal.

Esos trabajos son reconocidos desde 1991 como los "logros que primero hacen reír a la gente y luego les hacen pensar". Son los premios Ig Nobel que se entregan durante una ceremonia organizada por la revista Annals of Improbable Research (que significa Anales de Investigación Improbable) en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Desde que empezó la pandemia, la ceremonia pasó a ser virtual de manera transitoriamente: la de este año será el próximo jueves.

Los estudios se clasifican en 10 categorías de premios Ig Nobel que van variando con cada edición. Fueron creados por el estadounidense Marc Abrahams como un juego con la palabra en "ignoble" en inglés en español significa "innoble". Algunos lo consideran como una parodia de los muy formales Premios Nobel que se otorgan en Suecia. Pero lo cierto es que no existe una línea tan tajante entre los estudios que reciben un "Ig Nobel" y los que son merecedores de los Nobel. De hecho, ya hay un científico que ganó ambos premios.

Abrahams, que estudió matemática aplicada en Harvard y es el maestro de ceremonia de los Ig Nobel, contó cuál es uno de sus estudios preferidos. "Hay uno que siempre está cerca de la cima de mi lista de favoritos: es el estudio que ganó el Premio Ig Nobel de Biología en 2003. Fue el primer caso científicamente documentado de necrofilia homosexual en el pato real. Todo en el trabajo publicado es tan completamente inesperado que te hace prestar atención. Este reporte científico, repleto de datos sencillos, se lee como uno de los mejores, más sutiles y fascinantes relatos literarios jamás escritos. Y muchos de los detalles son, por sí mismos, como pequeñas historias de aventuras".

En 1995, el investigador en ornitología Kees Moeliker estaba en su oficina en el Museo de Historia Natural de Roterdam, en Holanda, cuando dos patos chocaron contra su ventana. Uno de los animales murió, y el otro se le acercó y empezó a copular. El científico tomó su cámara de fotos y su libreta y tomó nota del extraño comportamiento animal.

"Sabía que había visto algo especial, pero me llevó 6 años decidir si lo publicaba. Es un buen tema para una fiesta de cumpleaños o cuando los colegas se reúnen alrededor en la máquina de café, pero compartirlo con tus colegas es algo diferente", reconoció Moeliker en una conferencia Ted. Publicó el hallazgo del caso de necrofilia, ganó luego el Ig Nobel y ahora se dedica a investigar modos de hacer que las aves no se estrellen contra los edificios, que una causa frecuente de mortalidad.

También hay investigaciones científicas que llevan a pensar más, según Abrahams. "Una de ellas es la invención del corpiño de emergencia que desarrolló la doctora Elena Bodnar", comentó. Se trata de un corpiño o sujetador que en caso de emergencia puede separarse rápidamente en un par de máscaras protectoras. La doctora creció en Ucrania y estudió medicina. Cuando era joven, trató a las víctimas del accidente de la central nuclear de Chernobil en 1986. Esa experiencia con las víctimas de Chernobil llevó a la doctora Bodnar muchos años después a idear su invento del corpiño de emergencia, que recibió el IG Nobel en Salud pública en 2009, recordó Abrahams.

No solo hay estudios científicos relacionados con biología y salud que hacen "reír y después pensar". Se incluyen también a trabajos que abarcan la química, la física, la psicología, la biodiversidad o la paz. En 2013, el premio "Probabilidad" fue para Colin Morgan y otros colegas del Reino Unido por dos descubrimientos relacionados. El primero sugirió que cuanto más tiempo lleve una vaca tumbada, más probable es que se levante pronto. El segundo: que en cuanto una vaca se levanta, no puedes predecir fácilmente cuánto tardará en tumbarse de nuevo.

El caso de Andre Geim es uno de los más llamativos. Es un físico que nació en Rusia y es profesor en la Universidad de Manchester, en el Reino Unido. Con imanes, logró que una rana levitara por magnetismo y publicó el resultado en la revista European Journal of Physics en 1997. En el año 2000, Geim ganó el Ig Nobel de Física.

Pero en 2010 Geim también recibió el Nobel de Física por demostrar las propiedades excepcionales del grafeno, que se originó desde el mundo de la física cuántica y es un material que es valorado por su finura y resistencia y con aplicaciones múltiples que van desde los dispositivos electrónicos hasta la industria automotriz. "Los detalles sobre cómo hizo el doctor Geim su descubrimiento sobre el grafeno son tan absurdos y brillantes como los detalles de la levitación de la rana", consideró Abrahams.

Geim siguió con sus aportes. En agosto pasado, tras publicar un nuevo trabajo en la revista Nature Communications, el científico dijo: "El grafeno convierte a la basura en oro literalmente". Con colegas de la Universidad de Tsinghua y la Academia China de las Ciencias, Geim demostró ahora que el grafeno puede ser una especie de piedra filosofal que permite la extracción de oro a partir de residuos que solo contienen trazas de oro.

Ya algunos IG Nobel fueron recibidos por investigadores de América Latina. Uno de ellos -en la curiosa categoría "Aviación"- se entregó en 2007. Lo ganaron los argentinos Patricia Agostino, Santiago Plano y Diego Golombek, quienes al hacer una experimentación en la Universidad Nacional de Quilmes descubrieron que los hámsteres se recuperan mejor del desfasaje horario por el jetlag si previamente toman Viagra®. Después del premio, los investigadores siguieron publicando, "extendiendo los resultados a otras dosis, otros fármacos similares, a otras especies y a hembras. También seguimos viendo el mecanismo bioquímico subyacente a esta sincronización", comentó el doctor Golombek.

El colombiano Juan Manuel Toro con los españoles Josep Trobalon y Nuria Sebastián Gallés, de la Universidad de Barcelona, también obtuvieron un Ig Nobel por demostrar que las ratas a veces no distinguen entre el japonés y el neerlandés cuando las grabaciones de personas hablando esas dos lenguas se ejecutan al revés. Enrique Cerda Villablanca, de la Universidad de Santiago, en Chile, junto con colegas estadounidenses fueron reconocidos por un estudio sobre por qué se arrugan las sábanas.

Tulio Guadalupe, nacido en Perú e investigador en Europa, fue reconocido por su estudio sobre cómo la torre Eiffel parece más pequeña si se mira inclinándose uno a la izquierda. El científico lo tomó como "un honor" y contó que hizo la investigación con otros colegas como una manera de probar que las funciones cognitivas (como estimar una cantidad) pueden ser influenciadas por el sistema motor.

Una de las investigaciones premiadas el año pasado fue la de Robin Radcliffe, de la Universidad de Cornell, que estudió si era más seguro transportar un rinoceronte anestesiado boca abajo en el aire o tumbado de lado en un trineo. Y demostró que la salud de los animales no peligra si se les cuelga por las patas debajo de un helicóptero, una técnica cada vez más popular en la conservación de África.

Los científicos Leila Satari, Alba Guillén, Àngela Vidal-Verdú y Manuel Porcar de España también recibieron otro IG Nobel el año pasado. Usaron el análisis genético para identificar las diferentes especies de bacterias que residen en los chicles desechados y pegados en las veredas de varios países. Es decir, analizaron el bacterioma de los chicles tirados, un trabajo que fue publicado en Scientific Reports, del grupo Nature. Aunque suena a un trabajo excéntrico, los resultados tienen aplicaciones. Por ejemplo, a a partir de los microbios que hay en un chicle, la medicina forense podría identificar a una persona.

La mayoría de los premiados no se ofende cuando le anuncian que ganó un Ig Nobel. Abrahams contó que "después de ganar un Ig Nobel, les suceden cosas generalmente buenas a los investigadores. Casi siempre, el gran efecto es que mucha gente se da cuenta sobre la investigación que estaban haciendo, y entonces invitan a los ganadores a involucrarse en cosas nuevas. En algunos casos hemos recibido informes de colegas, rivales o administradores que se pusieron celosos por la atención que recibían los ganadores".

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