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Cosecha 2024-25: ¿serán las lluvias de febrero el salvavidas que necesita La Pampa?

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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El clima sigue siendo el gran protagonista en las tierras de La Pampa, y este verano no ha sido la excepción. En columnas anteriores hemos analizado la compleja coyuntura climática que enfrenta nuestra provincia y gran parte de la región agrícola argentina. La situación actual encuentra un leve alivio gracias a lluvias exiguas pero oportunas, que podrían marcar la diferencia entre una cosecha modesta y pérdidas significativas. Para entender este escenario, basta retroceder a 2008 para hallar un desafío climático de magnitud comparable.

En promedio, las precipitaciones recientes de entre 15 y 25 milímetros han evitado lo que podría haber sido una catástrofe: la pérdida de al menos el 30% de las hectáreas de soja y maíz. Si bien estos registros no son abundantes, han dado un respiro clave a los cultivos, especialmente en un momento en que las temperaturas máximas diarias han comenzado a moderarse, y el avance del calendario nos acerca a días con menor duración de heliofanía, un alivio importante para los cultivos estivales.

De cara a la cosecha gruesa 2024-25, lo peor que podría suceder sería un golpe de calor en febrero. Aunque enero ha presentado desafíos, los cultivos, salvo el girasol, todavía tienen margen para recuperarse antes de entrar en sus períodos críticos de floración. En febrero, sin embargo, no habrá margen para errores: la floración es un momento decisivo en el que un estrés térmico o hídrico severo puede ser fatal para las expectativas de rendimiento.

Las esperanzas están ahora depositadas en nuevas lluvias entre finales de enero y principios de febrero. Si estas se concretan de forma generalizada y con acumulados superiores a 60 milímetros, tanto la soja como el maíz podrían compensar las adversidades sufridas hasta el momento y alcanzar rendimientos aceptables.

El girasol, en cambio, ya tiene el partido jugado. Aunque las plantas han asegurado un piso de rendimiento, los techos serán bajos debido al impacto severo de la falta de agua y las altas temperaturas. Solo las zonas más favorecidas, como el sudeste bonaerense (Mar y Sierra), lograrán una producción más competitiva.

Los pronósticos a corto plazo ofrecen algo de optimismo, aunque con cautela. Para el viernes 24 de enero se espera una posibilidad limitada de lluvias en el centro-norte de La Pampa, mientras que para el martes 28 hay expectativas algo mayores. Estos eventos podrían ser cruciales para definir el futuro inmediato de los cultivos.

Sin embargo, en agricultura, no solo se vive del pronóstico; las estadísticas pluviométricas de largo plazo también juegan su parte. Es matemáticamente esperable que las lluvias acumuladas se acerquen eventualmente a los promedios históricos. Esto no elimina los riesgos, pero sí abre la puerta a un escenario donde "la sangre no debería llegar al río".

En el ámbito ganadero, los desafíos no han sido menores. Los animales han sufrido las altas temperaturas, y los verdeos de verano han tenido una producción limitada. Las lluvias recientes, aunque bienvenidas, no han sido suficientes para regenerar potreros sobrepastoreados. Las reservas para el invierno son escasas: lo producido en primavera ya está siendo consumido, lo que agrava las preocupaciones.

Frente a esta situación, es imperativo planificar estrategias de emergencia para enfrentar el invierno 2025. Esto podría implicar una reducción en el área destinada a cereales de invierno, priorizando los verdeos para forraje, o bien acopiar todo el maíz disponible para suplementación estratégica. Si estas medidas no se implementan, muchos productores deberán aliviar la carga animal para evitar el sobrepastoreo y la consecuente degradación de los campos, una problemática que ha llevado a la quiebra a más de un empresario agropecuario.

En conclusión, aunque el panorama sigue siendo desafiante, los cultivos están todavía en carrera. Las lluvias recientes, la moderación de las temperaturas y la proximidad de días más cortos generan cierta esperanza. Los próximos 15 días serán decisivos: si las lluvias llegan en cantidad suficiente, la provincia de La Pampa podría aspirar a una cosecha modesta pero rescatable. En caso contrario, las pérdidas de superficie sembrada podrían acelerarse, complicando aún más un año ya difícil.

En el ámbito productivo de La Pampa, cada decisión cuenta. Los productores deben prepararse para enfrentar un escenario de alta incertidumbre con medidas estratégicas que prioricen tanto la sostenibilidad de los cultivos como la de los sistemas ganaderos. Como siempre, el campo pampeano demuestra ser resiliente, pero también necesita del acompañamiento de políticas públicas que le permitan enfrentar estos retos con mejores herramientas.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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