Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
Durante la primavera, las pasturas perennes suelen producir más forraje del que los animales necesitan, creando un excedente respecto de la carga animal promedio anual. Sin embargo, este año las lluvias se han retrasado, y ese excedente se espera recién para principios del verano. Es esencial trasladar estos sobrantes a épocas de menor disponibilidad, como el invierno, para mantener una carga animal constante que permita aprovechar al máximo los meses de alta producción forrajera. Esto asegura la obtención de kilos de carne a bajo costo, clave para un negocio ganadero rentable.
Para lograrlo, es indispensable recurrir a tecnologías de conservación de forraje como heno, henolaje o silaje. Estas técnicas no solo optimizan la productividad por animal y por hectárea, sino que también permiten intensificar la ganadería de manera sustentable.
Heno: Una técnica clásica que sigue vigente
La henificación es una de las formas más antiguas de conservar pasto. Este método consiste en cortar el forraje y deshidratarlo rápidamente hasta alcanzar un 20 % de humedad, momento ideal para formar los rollos. Posteriormente, la humedad se estabiliza en torno al 15 %.
La calidad del heno nunca será superior al forraje original, por lo que es fundamental comenzar con pasturas de alta calidad, con abundante hoja y baja presencia de malezas. Las hojas concentran entre el 60 % y el 70 % de los nutrientes y son la parte más digestible de la planta. Perderlas durante el proceso de confección disminuye significativamente el valor nutricional de la reserva.
El momento óptimo para el corte depende de la especie a conservar. En el caso de la alfalfa, por ejemplo, se recomienda iniciar el hilerado con un 10 % de floración. Esto asegura una alta calidad nutricional, una cantidad máxima de materia seca y reservas adecuadas en las raíces para el rebrote. Para otras especies como mijo, moha o sorgo forrajero, el corte debe realizarse en prefloración.
Acondicionamiento: La clave para un secado eficiente
Un paso fundamental para disminuir el tiempo de secado es el acondicionamiento del forraje, que consiste en pasarlo por rodillos de caucho que aplastan los tallos, uniformando el secado entre tallo y hoja. Este proceso es especialmente relevante en especies como sorgo forrajero, donde el secado sin acondicionamiento es extremadamente lento.
El tipo de corte también influye en la calidad final del heno. Las segadoras alternativas o de cizalla, que cortan con un movimiento similar al de unas tijeras, son ideales para preservar la planta y favorecer el rebrote. Aunque menos recomendables, las segadoras a disco o hélice siguen siendo opciones viables, con la última como alternativa económica pero menos eficiente.
Alfalfa: Más que un forraje, una aliada del suelo
Conocida como la "Reina de las forrajeras", la alfalfa no solo aporta nitrógeno a los sistemas ganaderos gracias a su fijación biológica, sino que también mejora la fertilidad y estructura del suelo. Durante su ciclo, la pastura aumenta la materia orgánica, favorece la macro porosidad del perfil edáfico y contribuye a la captación de agua de lluvia y el intercambio gaseoso, beneficios clave para una buena salud del suelo.
En conclusión, el heno, especialmente el de alfalfa, es una herramienta estratégica para garantizar la eficiencia ganadera, complementando el pastoreo con reservas de calidad durante los meses de déficit forrajero. Si las reservas no son posibles, será crucial anticiparse aumentando la superficie de verdeos o implementando alternativas de manejo para evitar pérdidas productivas. Conservar forraje no es solo una opción, sino una necesidad para sostener una ganadería eficiente y resiliente frente a los desafíos climáticos y productivos.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP