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EL DIARIO digital
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El mercado global del girasol está en plena ebullición. Las cotizaciones de esta oleaginosa no dejan de subir, impulsadas por la guerra entre Ucrania y Rusia, dos de los mayores productores mundiales. En este contexto, Argentina, que se posiciona entre los cuatro principales exportadores de aceite de girasol, adquiere un rol estratégico. Hoy, el precio futuro ronda los 400-450 dólares por tonelada, superando ampliamente los 300 dólares que se pagan por la soja, su principal competidor.
Este diferencial está llevando a los productores a buscar formas de ampliar la superficie sembrada, especialmente en zonas como La Pampa, el oeste y el sudoeste bonaerense, donde todavía es viable la siembra de girasol de segunda sobre rastrojos de trigo y cebada cosechados en diciembre. Sin embargo, esta modalidad enfrenta desafíos técnicos y climáticos que es necesario manejar cuidadosamente.
Pautas técnicas para el éxito del girasol de segunda
El girasol de segunda en la provincia de La Pampa tiene un rendimiento promedio limitado, entre 10 y 15 quintales por hectárea, y su rentabilidad depende en gran medida de los altos precios actuales. Una disminución abrupta en las cotizaciones sería un "cisne negro" que colocaría a esta apuesta en zona de quebranto.
El atraso en la fecha de siembra de esta especie reduce el rendimiento potencial hasta en un 40%, debido a la menor radiación solar disponible y la aceleración del envejecimiento de las hojas hacia finales del verano.
Para mitigar estos efectos, se sugiere incrementar la densidad de siembra y optar por híbridos rayados, que presentan menor sensibilidad al fotoperiodo. La fertilización es clave: los suelos, al no haber tenido tiempo para regenerar fertilidad, requieren un aporte balanceado de nitrógeno, fósforo y azufre. Además, la fertilización foliar con boro y zinc puede potenciar el rendimiento, sobre todo en suelos arenosos de bajo porcentaje de materia orgánica total.
Consideraciones para la siembra directa
El girasol de segunda, seguramente se plantará sobre un sistema de siembra directa. Este es particularmente sensible a los suelos compactados. La ocurrencia de este problema puede ocasionar fallas de implantación, fitotoxicidad por fertilizantes mal posicionados, y un desarrollo radicular superficial que limita la absorción de agua y nutrientes. Para resolverlo, la fertilización profunda es una solución eficaz. Este método descompacta el suelo hasta 20 cm, mejora la absorción de nutrientes y protege la semilla de condiciones adversas, promoviendo un establecimiento vigoroso del cultivo.
Hay que tener mucho cuidado con los herbicidas que hayan sido empleados en el cereal de invierno precedente. No solo es importante conocer la molécula usada, sino también la dosis aplicada, la fecha del tratamiento y la lluvia acumulada desde entonces, para estimar el grado de descomposición del agrodefensivo. Esto es vital, porque un "carryover" (residualidad del herbicida que afecta al cultivo siguiente en la rotación) de agroquímicos residuales de trigo/cebada que en soja o maíz de segunda pasan desapercibidos, pueden ser letales en el cultivo de girasol. Se recomienda la consulta a un ingeniero agrónomo para evitar sufrir experiencias desagradables en este aspecto.
En conclusión y para finalizar, diremos que el girasol de segunda enfrenta restricciones fisiológicas importantes, su rendimiento dependerá de una correcta implantación y manejo. Monitorear regularmente el estado del suelo, aplicar fertilizantes estratégicamente y elegir híbridos adaptados son pasos esenciales.
Aunque el girasol de segunda presenta un desafío técnico significativo, el diferencial de precios actual lo convierte en una oportunidad única para los productores. Con un manejo adecuado, puede ser una apuesta rentable y estratégica en un contexto global de alta demanda.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP