Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
El cultivo de soja es una de las principales actividades agrícolas en muchas regiones del mundo, especialmente en nuestro país, donde se busca maximizar la producción y asegurar cosechas estables. Existen varios factores que influyen en el éxito de un lote de soja, entre los cuales se destaca la "estructura de cultivo". En esta columna, exploraremos qué implica este concepto, cómo impacta la elección de la estructura en el rendimiento del cultivo y qué consideraciones deben tener en cuenta los productores al tomar decisiones clave en el proceso de siembra.
¿Qué es la "Estructura de Cultivo"?
El término "estructura de cultivo" hace referencia a la disposición de las plantas en el terreno, en particular, a la cantidad de plantas por hectárea y la distancia entre ellas. Esta disposición puede variar dependiendo del espaciamiento entre los surcos. Por ejemplo, si el espaciamiento entre surcos es de 21, 35, 42 o 52 centímetros, la distancia entre las plantas dentro de cada línea de siembra también se ajustará en consecuencia.
La elección de la estructura de cultivo es fundamental porque influye directamente en el rendimiento del cultivo, la eficiencia en el uso de los recursos y la capacidad de adaptación de la soja a diferentes condiciones climáticas y de suelo. Dependiendo de la estrategia que elija el productor, se puede optar por una "estrategia ofensiva" para maximizar el rendimiento o por una "estrategia defensiva", que prioriza la estabilidad y seguridad de la cosecha.
Factores Clave para Elegir la Estructura de Cultivo
A la hora de definir la estructura de cultivo adecuada, es necesario tener en cuenta varios factores, entre los cuales destacan los siguientes:
1.Capacidad productiva del lote: Los terrenos con mayor capacidad de producción permiten una mayor densidad de siembra, lo que puede traducirse en mayores rendimientos.
2.Grupo de madurez de la soja: Cada variedad de soja tiene un grupo de madurez que determina el tiempo en que el cultivo alcanzará su punto de cosecha. Es fundamental elegir el grupo de madurez adecuado según la región, suelo y condiciones climáticas.
3.Fecha de siembra: El momento en que se siembra la soja tiene un impacto significativo en el rendimiento final. Una siembra oportuna permite aprovechar mejor las lluvias y evitar los riesgos de estrés térmico o hídrico durante la fase crítica.
4.Superficie a sembrar: En grandes superficies, los productores suelen optar por iniciar las siembras más temprano, mientras que en superficies más pequeñas (o menos productivas), se recomienda ser más cauteloso y adaptarse mejor a las condiciones del terreno.
Estrategias según la Capacidad del Lote
La capacidad productiva de cada lote juega un papel decisivo en la planificación de la siembra. En terrenos de alta capacidad productiva, los productores pueden optar por una siembra más densa y precoz, buscando maximizar el rendimiento. Generalmente, se comienza con estos lotes, ya que la siembra en áreas más productivas puede garantizar una mayor eficiencia operativa.
En cuanto al momento de la siembra, para los productores con grandes superficies, la fecha recomendada para comenzar las labores es alrededor del 10 de noviembre, aunque esto depende, por supuesto, de las condiciones climáticas, especialmente de la humedad del suelo. La disponibilidad de agua en la cama de siembra es crucial para asegurar que las semillas germinen correctamente.
Otro factor clave es la elección del grupo de madurez de la soja. Los grupos de madurez de la soja se clasifican en función de la duración del ciclo del cultivo. En general, las variedades de soja de grupos de madurez más largos, como las de grupo 5 (corto indeterminado) o 4 (largo indeterminado), se emplean para iniciar la siembra buscando evitar la ocurrencia del período crítico durante el mes de enero.
Un aspecto crucial relacionado con la fecha de siembra es la adaptación del espaciamiento entre surcos. A medida que se siembra más temprano, especialmente con variedades de madurez más larga, se puede optar por un espaciamiento más amplio entre los surcos, lo que permite un mejor uso del agua y una mayor probabilidad de superar el estrés climático de enero. Por ejemplo, una soja de grupo 5 corto indeterminado sembrada a mediados de noviembre puede utilizar un espaciamiento de 52 centímetros entre surcos, lo que resulta en una densidad de siembra de alrededor de 200,000 plantas por hectárea.
A medida que se atrasan las fechas de siembra y se opta por variedades de madurez más cortas, el espaciamiento debe ajustarse, incrementando la densidad de siembra para compensar la menor longitud del ciclo. En estos casos, un espaciamiento de 35 centímetros entre surcos con una densidad de 250.000 a 300.000 plantas por hectárea puede ser adecuado para lotes de menor capacidad productiva.
En conclusión, el cultivo de soja es un proceso técnico que requiere de una planificación detallada y una comprensión profunda de los factores que influyen en el rendimiento. La elección de la estructura de cultivo, la variedad de soja y la fecha de siembra son decisiones que deben tomarse cuidadosamente para garantizar una cosecha exitosa. Si bien existen pautas generales, cada lote es único, y las decisiones deben adaptarse a las características específicas del terreno y las condiciones climáticas. La clave es encontrar un equilibrio entre las estrategias ofensivas para maximizar el rendimiento y las defensivas para asegurar una cosecha estable y segura.
Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo
(MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP