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EL DIARIO digital
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La provincia de La Pampa ha enfrentado una prolongada situación de estrés hídrico que ha causado daños significativos en los cultivos de invierno, en especial los cereales, además de demorar las labores preparatorias para la campaña gruesa 2024/25, como la siembra de girasol y los barbechos químicos para soja y maíz.
Afortunadamente, las recientes precipitaciones han aliviado parcialmente esta situación, aunque su impacto varía según el cultivo. En el caso de la cosecha fina, las lluvias han llegado demasiado tarde para mitigar plenamente los daños. Aunque las precipitaciones han ayudado a detener el deterioro de los cultivos, las pérdidas son irreversibles en muchos lotes. Si bien una cosecha promedio de trigo en La Pampa suele oscilar entre 20 y 22 quintales por hectárea, actualmente se estima un rendimiento cercano a los 15 quintales como promedio, si es que no sufrimos algún otro "cisne negro".
En cuanto a la cosecha gruesa, la siembra de girasol, aunque un poco retrasada, aún se encuentra dentro de la ventana óptima, lo que reduce los riesgos de afectación por la sequía experimentada hasta el momento. Sin duda habrá un excelente establecimiento para esta especie, cuya suerte se definirá alrededor de la floración del cultivo dentro de unos dos meses.
La situación del maíz es más compleja. Aunque usualmente entre un 10 y un 20 % del área de esta gramínea se destina a siembras tempranas (finales de septiembre y principios de octubre), la falta de humedad y las bajas temperaturas de inicio de primavera desalentaron estas siembras anticipadas. Muchos técnicos y productores planeaban aprovechar esta ventana temprana para evitar el riesgo de ataques de "chicharrita" en las siembras tardías; sin embargo, el temor a condiciones climáticas adversas ha prevalecido, y la mayor parte de la superficie de maíz se prevé sembrar entre mediados de noviembre y diciembre.
Respecto a la soja, el principal cultivo en términos de superficie en Argentina, aún se encuentra en etapas preliminares. Este cultivo ofrece una gran adaptabilidad, con una variedad de grupos de madurez y espaciamientos entre surcos, lo que permite ajustar las siembras según las condiciones ambientales. Actualmente, el área implantada es mínima en nuestra provincia, ya que los ingenieros agrónomos esperan promediar el mes de noviembre para iniciar la siembra. Sin embargo, las lluvias recientes han mejorado las condiciones para la realización de barbechos químicos.
El sector ganadero merece una mención especial. La falta de forraje ha sido un desafío importante para los productores pecuarios; si bien las lluvias no generaron "pastos inmediatos", la mejora en la humedad del suelo y las temperaturas más altas han permitido una rápida recuperación de las praderas y pastizales. En particular, las alfalfas han mostrado una notable resiliencia, manteniéndose verdes y productivas gracias a su profundo sistema radicular, mientras que el pasto llorón también ha demostrado su capacidad para rebrotar con vigor en cuanto percibe la llegada de la primavera. En esta etapa de crecimiento forrajero, el timpanismo representa un riesgo recurrente que los productores deben gestionar.
En resumen, aunque el panorama para la cosecha fina y la cadena forrajera de La Pampa sigue siendo crítico, la recuperación del perfil hídrico del suelo, junto con las previsiones de nuevas precipitaciones y la experiencia de los productores y técnicos en manejar situaciones de estrés hídrico, sugieren una recuperación del potencial productivo en la región. Sin embargo, persiste la incertidumbre por un posible episodio de "La Niña" durante el próximo verano, lo cual podría representar un desafío crítico si se repiten las condiciones de sequía observadas en otoño e invierno.
Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo
(MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP