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EL DIARIO digital
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La región triguera de la provincia de La Pampa se caracteriza por su fuerte dependencia de las lluvias primaverales para el desarrollo de cultivos como el trigo, la cebada y otros cereales de invierno. En años normales, estas precipitaciones suelen garantizar una buena implantación, desarrollo y llenado de granos, lo que da como resultado cosechas de rendimientos aceptables.
Sin embargo, en la campaña 2024-2025 se está observando un panorama climático preocupante debido a la falta de lluvias, especialmente durante el mes críticos de septiembre. Las condiciones de déficit hídrico prolongado, sumadas a pronósticos climáticos desfavorables, indican una potencial merma productiva considerable en los cultivos de invierno.
La escasez de lluvias en la región ha sido un factor limitante desde el inicio del ciclo. Se reporta que en los últimos 3 a 4 meses, las lluvias acumuladas han estado muy por debajo de la media histórica. Esto ha afectado una etapa clave del ciclo del trigo y otros cereales de invierno: "el macollaje" (formación de tallos secundarios).
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y otras fuentes meteorológicas pronostican precipitaciones por debajo de lo normal en el corto plazo, lo que incrementa la preocupación de los productores. Las lluvias esperadas para la primavera (por ahora inexistentes), parecen no ser suficientes para revertir el estrés hídrico acumulado en los cultivos.
Según las primeras estimaciones los rendimientos esperados para el trigo y la cebada en La Pampa podrían estar entre un 20% y 50% por debajo de los valores promedios históricos. Este porcentaje puede variar dependiendo de la fecha de siembra, tipo de suelo, manejo agronómico aplicado y fundamentalmente de la fecha de ocurrencia de la próxima lluvia.
Así por ejemplo en trigo los rendimientos podrían descender significativamente, llegando en algunos lotes a producciones de menos de 1500 kg/ha, cuando en años normales se esperan entre 2000 y 3000 kg/ha. En tanto que, para cebada cervecera, que también ocupa una importante superficie en la región, podría sufrir una reducción similar, con lotes reportando pérdidas aún mayores en casos de siembras tardías o en suelos con menor capacidad de retención de agua.
La falta de agua ha tenido un impacto negativo por ahora en la etapa de macollaje, que es crucial para determinar el número de espigas que se desarrollan por planta. El estrés hídrico ha reducido significativamente esta etapa y la fijación de los macollos, lo que afectará el potencial de rendimiento final. De seguir el episodio de falta de precipitaciones se verán afectado más adelante el tamaño del grano y peso hectolítrico.
El pronóstico climático para el corto y mediano plazo no es alentador. Según los especialistas, se espera la persistencia de un patrón seco, lo que mantendrá el estrés hídrico en los cultivos. Este fenómeno está vinculado a la influencia de un ciclo El Niño débil, que en algunas regiones del país ha traído lluvias, pero en nuestra provincia no ha tenido el impacto esperado.
Para el cierre de la campaña, las lluvias que se puedan registrar en los meses de octubre y noviembre podrían beneficiar en parte a los cultivos que aún se encuentran en las etapas de llenado de grano. Sin embargo, es probable que muchas áreas productivas ya no puedan recuperar su potencial original, ya que el daño por estrés hídrico es irreversible en etapas avanzadas del cultivo.
La merma en los rendimientos de trigo y cebada no solo tendrá un impacto directo en los ingresos de los productores, sino que también afectará a toda la economía regional que depende de la producción agrícola. Los molinos harineros y las industrias cerveceras, principales compradores de trigo y cebada, respectivamente, ya prevén menores disponibilidades de materia prima de calidad. Además, la reducción en la cosecha total impactará en los volúmenes destinados a la exportación, afectando la balanza comercial agroexportadora del país.
En conclusión, la situación productiva agrícola de La Pampa es preocupante. El déficit hídrico prolongado, sumado a los pronósticos desfavorables de lluvias a corto plazo, anticipan una cosecha de trigo y cebada con fuertes mermas productivas. Los productores enfrentan un escenario complejo donde las decisiones agronómicas y de manejo del riesgo son fundamentales para mitigar pérdidas. Se espera que en los próximos meses las lluvias puedan mejorar la situación, aunque los daños ya presentes en los cultivos no podrán revertirse completamente, situación está que se acrecienta conforme pasen los días sin precipitaciones.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP