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Ganadería: alternativas de manejo ante la sequía y la falta de forraje 

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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La provincia de La Pampa está atravesando una vez más una intensa sequía, la cual considerando la época del año que transcurrimos no debería sorprendernos. Resulta inexplicable como repetidamente tenemos momentos de extrema emergencia, en muchos casos creado por el propio productor, el cual, en un comprensible intento por retener hacienda para mejorar su negocio recarga el sistema, colocándose un salvavida de plomo llamado sobrepastoreo, el cual genera una grave degradación a los campos que luego tardan mucho en recuperarse. 

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el exceso de pastoreo ha fundido más productores que cualquier otro error de manejo que se cometa en sistemas mixtos y/o pecuarios. Por ello demos ser prudentes a la hora de determinar la carga animal que puede soportar un sistema, midiéndolo por el factor limitante de éste, que puede ser el forraje, el agua o alguna instalación estratégica como por ejemplo número de potreros disponibles.

En un contexto como el actual donde la inflación parece haberse detenido, e incluso se perciben síntomas de recesión, con una tasa de interés muy alta para la actividad ganadera, sin duda resulta mas conveniente tener menos animales mejorando los índices productivos como ganancia diaria de peso vivo o teneros destetados por cantidad de vientres entorados, respecto de acumular cabezas con bajo desempeño productivo, pues no se obtendrá ninguna capitalización por aumento de precio (inflación).

En La Pampa la primavera resulta ser el momento de recarga de humedad para el perfil de suelo, y durante el verano, aunque sea una estación lluviosa, presenta un balance hídrico negativo, es decir se pierde más humedad de la que entra al sistema. De lo expuesto se deduce que durante la primavera se deberá realizar de manera adecuada (en cantidad y calidad) las reservas forrajeras. Estas permiten diferir los sobrantes teóricos de forraje que se originan durante los meses de mayor producción, manteniendo una carga de animales estable en los campos durante todo el año. Si cuando sobra pasto en vez de diferirlo aumentamos la carga y lo consumimos, luego en los baches que siempre llegan durante el invierno, el sistema entra en estrés y empiezan los lamentos

El mercado ganadero sigue debatiendo sobre que configuración tomar, puesto que el engorde a campo no puede competir con la agricultura, y el engorde a corral necesita de una invernada de mayor peso, es decir recriada, para que sea negocio. 

Ante esta coyuntura descripta, el productor ganadero tradicional tiene algunas alternativas de manejo para los rodeos de invernada, de la que ya hemos hablado en anteriores columnas. Sin embargo, en este caso se hace necesario volver sobre el punto, para darle al amigo productor una herramienta más, que le permita transitar este recorrido hacia un rediseño de su negocio. 

La estrategia para plantear es "la restricción alimentaría de los animales". La misma bien hecha permite especular con el posterior "engorde compensatorio" que hace la hacienda luego de haber pasado un período de baja alimentación, apareciendo pues como una alternativa que junta en una sola medida la posibilidad de lidiar con varios inconvenientes, porque permite reducir la necesidad de forraje y suplemento, a las vez que podemos mantener la carga animal (por un tiempo), para retomar el engorde cuando la cadena forrajera se reestablezca o llegue la cosecha de maíz, y baje el valor de este grano tornándolo más accesible. 

¿Qué es el engorde compensatorio? 

El mismo consiste en el incremento de peso extra que presentan los animales que han pasado un período de restricción nutricional, una vez terminado el mismo y restituido el estatus alimentario, con respecto a otros similares que han tenido un nivel nutricional "normal" todo el tiempo. 

Es decir, si a un grupo de animales le hacemos atravesar un tiempo de bajo nivel nutricional, el cual puede variar entre 3 a 5 meses, con una intensidad que depende de la categoría, como regla general podemos decir que a mayor peso, mayor capacidad de soportar una restricción, una vez que la misma finaliza y a los animales se los alimenta convenientemente, los mismos engordan más durante el periodo de buena nutrición, respecto a una tropa similar que come lo mismo pero que nunca haya sido restringida, lo cual les permitirá llegar a los dos rodeos a faena, con muy pocos días de diferencia (20 a 30 días). 

Vale aclarar que los animales restringidos alcanzan igual nivel de gordura que los no restringidos a un peso mayor, y la compensación nunca llega al 100 %, se deben esperar valores de compensación de entre 50 al 75 %. Si la restricción esta mal hecha y es demasiado severa, el aumento compensatorio puede llegar a ser cero, por lo tanto, para llevar adelante esta técnica es indispensable la consulta a su ingeniero agrónomo, de manera que le determine un plan de trabajo basado en la categoría de animal que el productor piensa restringir y el forraje que tenga disponible.

Como norma general podemos decir que conviene restringir animales de alrededor de 300 a 350 kilogramos, que alcancen el peso de faena en el periodo de raciones baratas antes de entrar al segundo invierno. Normalmente esta es la categoría que el productor es más reacio a restringir porque está más cerca de vender, proveyéndole liquidez a su flujo de fondos, por lo que termina restringiendo a las categorías más chicas, lo que hará que entre en un círculo vicioso.

Para finalizar diremos que, durante una restricción los animales deben estar sanitariamente bien y desparasitados, pues una carga de parásitos que para un animal en dieta normal es baja, puede ser nocivo para un bovino en alimentación restringida. 

Muy resumidamente ha quedado planteada la técnica propuesta. Actualmente hay productores que han introducido algunas modificaciones al manejo tradicional buscando llevar animales machos de 220 kilos en adelante a los 300 o 350 kilos de peso vivo, buscando obtener una estructura ósea de tal magnitud que les permita encerrarlos en los corrales de alimentación, llegando con una novillo bien terminado (engrasado) con un peso vivo desbastado de más de 450 kilos en solo 100 días con la ayuda de una dieta energética a base de maíz, silaje de maíz o sorgo y grano de soja en la proporción adecuada para no sobrepasar el 10 % de materia grasa en la dieta.

Obviamente quedaron muchísimas aristas sin tratar que exceden al objetivo de una columna agropecuaria, por lo tanto, le recomendamos una vez mas la consulta a su profesional de confianza antes de iniciar este manejo, de manera de evitar errores, resaltando siempre la importancia del uso de la balanza para medir los efectos de las distintas dietas restrictivas o de engorde.

(*) Ingeniero Agrónomo -(MP: 607 CIALP)- Posgrado en Agronegocios y Alimentos @MARIANOFAVALP

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