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EL DIARIO digital
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El gen Terminator fue una tecnología de modificación genética que se desarrolló hace más de 20 años cuando la liberación al mercado de variedades transgénicas era incipiente. Este gen aseguraba para la empresa el manejo absoluto de la tecnología, porque producía semillas estériles en plantas transgénicas, así el productor no podía guardar su propia semilla.
Aunque se argumentaba que servía para proteger los derechos de propiedad intelectual de las empresas de biotecnología, generaba preocupaciones significativas sobre su impacto en la seguridad y la soberanía alimentaria, que sumado al peligro de "escape de genes" por cruzamientos con especies silvestres, terminó de sepultarlo como opción.
Lo que no se logró vía este gen se pretende lograr por vía legal a través de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), que establece estándares y reglamentaciones en este ámbito, siendo la UPOV 91 una versión más actualizada y exigente que la UPOV 78.
La UPOV 91 impone restricciones a la reutilización de semillas por parte de los agricultores, aumentado los costos para estos, ya que deben adquirir nuevas semillas en lugar de utilizar sus propias cosechas. Al adherirse a la UPOV 91, los agricultores pierden su autonomía en la gestión de las semillas, quedando sujetos a las reglas de los obtentores de variedades vegetales. Esto conduce a una mayor concentración de poder en manos de grandes empresas de semillas, lo que limita la competencia, afectando a agricultores y semilleros locales.
El pago de regalías incrementa los costos, ya que implica una tarifa adicional generalmente por tonelada de grano cosechada, por el uso de semillas mejoradas genéticamente, afectando la rentabilidad del productor, especialmente si los precios de los productos agrícolas no se incrementan lo suficiente para compensar estos costos adicionales. Los productores pueden enfrentar el desafío de no captar completamente la productividad marginal de la nueva tecnología, cuando los costos asociados con el pago de regalías superan los beneficios adicionales derivados de las mejoras genéticas.
Resulta pues esencial equilibrar los incentivos para la innovación y la protección de los derechos de propiedad intelectual, con la necesidad de garantizar la rentabilidad y sostenibilidad de la agricultura para los productores.
Hoy día una multinacional tiene muchos más incentivos trabajar en nuevos eventos biotecnológicos que en una nueva molécula de agro defensivo, ya que el primero requiere 3 o 4 veces menos inversión. El desarrollo de una nueva molécula de herbicida es un proyecto costoso y complejo, implica una extensa investigación y desarrollo, pruebas de seguridad y regulaciones rigurosas. Demanda una inversión considerable de tiempo y recursos financieros antes de que el producto esté listo para su comercialización
En comparación, el desarrollo de una nueva variedad transgénica es más rentable y menos arriesgado para una multinacional, ya que puede construir sobre la base de tecnologías y conocimientos existentes en biotecnología agrícola. Además, al asociar la variedad transgénica con herbicidas existentes, la empresa puede aprovechar las sinergias entre productos para maximizar su retorno de inversión
En resumen, aunque el desarrollo de una nueva variedad transgénica también conlleva costos y desafíos, puede representar una opción más conveniente económicamente para una multinacional en comparación con la creación de una nueva molécula de herbicida debido a la posibilidad de generar ingresos recurrentes a través de la venta de semillas y licencias de tecnología.
La propiedad intelectual en el mejoramiento genético vegetal es un tema crucial para la industria agrícola, especialmente en países como Argentina, que son importantes productores de cultivos como soja y trigo. Se menciona estas especies, porque es en variedades autógamas (las que se auto fecundan) en las que está puesto el foco, ya que el productor puede guardarse la semilla para uso propio a través de los años. El pago de regalías garantiza que los obtentores de variedades vegetales reciban una compensación justa por su inversión en mejoramiento genético, estimulando la innovación continua.
REGALIA GLOBAL COMO SOLUCIÓN AL PROBLEMA
La necesidad y la importancia de reconocer (pagar) por la propiedad intelectual de la genética y de la biotecnología es algo en la que toda la cadena está de acuerdo, las discrepancias surgen en el cómo, cuánto y por qué tiempo.
Las autoridades nacionales en materia agropecuaria deben mediar en el conflicto de intereses planteado entre los productores y las empresas semilleras. Los argumentos del sector oficial a favor de firmar el convenio UPOV 91 son un tanto ambiguos. Como ejemplo podemos mencionar dos:
-Argumento Nro.1: "El 70 % de la semilla es bolsa blanca". Si bien es cierto que gran parte de la superficie nacional de autógamas se hace con semilla de propia producción de los productores, no quiere decir que todo sea bolsa blanca, ya que se debe informar en el SISA el origen legal de la semilla con una factura de compra, por lo tanto, la discusión pasa al terreno del pago de la regalía extendida. En este punto vale aclarar que hay muchas variedades que aún se siembran y son de uso libre.
-Argumento Nro. 2: "El país pierde 5.000 millones de dólares por no tener nuevos eventos tecnológicos". Aquí se plantean varias imprecisiones, principalmente porque ese dinero que teóricamente se pierde, sería del productor y no el estado. Por otro lado, ese cálculo varía según lo que cotice el grano y más importante aún como se presente climáticamente el año. Mientras las regalías son un costo a cargo del productor, independientemente del precio internacional del comoditie (descontados derechos de exportación), y el resultado agronómico del año.
La regalía global, implica el pago de una tarifa por el uso de semillas mejoradas genéticamente, proporciona un incentivo económico para los obtentores de variedades vegetales para continuar innovando y desarrollando nuevas. En comparación con la UPOV 91, la regalía global permite a los agricultores una mayor flexibilidad en el manejo de las semillas, ya que no están tan limitados en la reutilización
La regalía global puede facilitar una distribución más equitativa de los beneficios entre los obtentores de variedades vegetales y los agricultores, ya que los pagos se realizan en función del uso y no de la propiedad exclusiva de las semillas.
En resumen, se debe idear un sistema simple, ágil y justo para todos, una opción el sistema denominado regalía global, donde los fondos aportados sean plausibles de descontarse de futuros impuestos y/o ganancias.