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EL DIARIO digital
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En la columna de hoy vamos a continuar abordando la temática planteada la semana pasada en relación con los fertilizantes, su compleja coyuntura de abastecimiento externo, la cual se ve atenuada en parte por una menor demanda momentánea del productor argentino, quién aún no encuentra condiciones propicias para iniciar la implantación de cereales de invierno.
Si bien ya puede darse por abierta la "ventana de siembra" de trigo en la zona, el empresario pampeano se muestra muy prudente a la hora de asumir compromisos de inversión en nuevas sementeras. La adopción de tecnología a veces requiere desembolsos de dinero que pueden comprometer la salud financiera de una empresa, debiendo ir acompañada de un criterio económico, de manera que signifique una solución o un avance hacia la supervivencia, y no lo contrario. Es este aspecto se encuadra la cuestión del fertilizante.
Si bien nadie pone en duda la eficacia de este insumo, el empresario se ve obligado a llegar a un nivel de eficiencia tan alto para permanecer en el mercado, que muchas veces descuida los objetivos de largo plazo por resolver una coyuntura cortoplacista. Los objetivos del uso de los nutrientes los podemos diferenciar en corto plazo (un solo año) y largo plazo. En cuanto a los primeros mencionado (corto plazo) podemos enumerar los siguientes:
1.Maximizar el retorno de la inversión en fertilizantes.
2.Mejorar la efectividad de otros insumos.
3.Cumplir con los objetivos de producción en el corto plazo.
Mientras que los objetivos a largo plazo representan:
1.Mejorar la productividad del suelo.
2.Aumentar el valor de la tierra.
3.Maximizar la efectividad de otros insumos.
4.Cumplir con los objetivos de producción en el largo plazo.
Como vemos, la estrategia de fertilización de corto plazo obedece más bien a un tema de mercado, netamente vinculado con el retorno de la inversión hecha en fertilizante. Mientras que los objetivos de largo aliento representan un circulo virtuoso, que ademas de incrementar la producción por hectárea, provoca por efecto derrame un sin número de beneficios al sistema, a los que brevemente nos referiremos.
Un manejo adecuado del recurso suelo requiere un equilibrio entre la incorporación de residuos de cultivos y la descomposición de materia orgánica. He aquí el meollo de la cuestión. No debemos olvidar nuca que la columna vertebral de un sistema conservacionista es la cobertura. Así, más producción de grano por hectárea producto de un correcto uso de tecnología, representa un mayor aporte de residuos de cosecha al suelo, lo que contribuye al mencionado equilibrio.
Hacer agricultura no es hacer minería, por lo que contar con un proceso sistemático de reposición de nutrientes, los cuales son exportados del sistema vía cosecha de grano, debe estar contemplado en el esquema mental del todo agricultor. Esto representa un verdadero desafío producto de la inversión que supone.
Está claro que cultivos como maíz, trigo, sorgo y girasol son fuertemente dependientes de la fertilidad inicial de un suelo para lograr buenos resultados. La soja debido a su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, y de generar un suelo acido entorno a su rizósfera (área de suelo que rodea a la raíz) que desplaza los equilibrios simultáneos del fosforo en la solución del suelo, le permite acceder a más nutrientes en un mismo potrero que otros cultivos como los antes mencionados; permitiéndole producir bien en aún en suelos un poco más degradados en cuanto a fertilidad química se refiere.
Actualmente entramos a la siembra de trigo y cebada con un contexto hídrico inadecuado en profundidad, pero con cierta disponibilidad de humedad superficial y subsuperficial. En cuanto al precio de los fertilizantes vienen disminuyendo, en parte por un aumento de la oferta (mayor producción mundial), en tándem con una menora demanda doméstica por parte del productor. Si a esto le sumamos el hecho de que este insumo se adquiere a precio de dólar oficial (tipo de cambio vendedor divisa banco Nación), para quienes estén buscando opciones de colocación de algún excedente de liquidez, los fertilizantes pueden ser una muy buena estrategia para la campaña de cosecha fina que se inicia.
Para finalizar diremos que el análisis de suelo es fundamental, pues nos permite conocer desde dónde partimos y en que nutrientes concentrar los esfuerzo; ya que debemos tener en mente una nutrición balanceada de todos los elementos químicos. Los vegetales se manejan por la "ley del mínimo", es decir que limita la producción aquel elemento que esté por debajo del umbral mínimo de respuesta.
Con ello se puede dar la paradoja de que invirtamos en un nutriente que no está siendo limitante, por ejemplo, nitrógeno; y por lo consiguiente no vamos a conseguir la respuesta productiva esperado hasta en tanto y en cuanto no subamos el umbral del nutriente limitante que podría ser por ejemplo fósforo, otro macroelemento vital para el desarrollo de los vegetales.
(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP