Por Eduardo Luis Aguirre
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EL DIARIO digital
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El capitalismo neoliberal distará de ser justo, pero es indudablemente completo. Constituye la primera expresión histórica del capital mundial capaz de colonizar subjetividades y vidas cotidianas y ya no se limita a condicionar, por ejemplo, el sentido común ni los sufragios de los sujetos, ni se propone la mera obtención de plusvalía. Por el contrario, avanza también en la modelación de sus gustos, sus hábitos, su concepción de la cultura, del ocio y de la pretendida felicidad en los espacios de enlatado y preconcebido esparcimiento.
Como lo señala Jorge Alemán: “El neoliberalismo es un nuevo orden racional que va borrando tendencialmente la diferencia público-privado y que dispone de la potencia de apropiarse de los distintos órdenes de la vida hasta llegar a configurar el modo más íntimo de la vida del sujeto” (1).
Las “vacaciones” predeterminadas de cada temporada, pródigas en rutinas reiteradas y frustraciones tan numerosas como reconocibles, se constituyen habitualmente en un apéndice del estrés que propone la vida cotidiana durante el resto de cada año.
“En tanto el tiempo libre en la sociedad de clase depende directamente del tiempo de trabajo, el ocio para el asalariado no puede ser sino evasión, es decir, una nueva forma de autoengaño” (2).
En ese sentido, el ocio urbano y el turismo convencional guardan identidades simbólicas con las religiones primitivas. Esas analogías descansan fundamentalmente en los ritos y en la imposibilidad de poner en cuestión esas exterioridades como formas únicas de alcanzar objetos socialmente valorados.
No en vano, Erich Fromm sostenía que la alienación actual de los seres humanos se produce porque éstos han sustituido el placer por el consumo, en un contexto en el cual la industria mediática estandariza programas y contenidos afines con su propia escala de valores. La industria vacacional del ocio demanda de esa manera paquetes seriados, estandarizados, para ser ofrecidos a una cultura de masas fenomenal.
Una multitud sin precedentes de turistas, de hecho, conviven durante sus vacaciones con el mismo malestar que padecen durante el resto del año. El turismo pasa de esa manera a ser una instancia igualmente gobernada por la opacidad compulsiva del consumo y el dominio de la ganancia del capital (a entera costa de los sujetos-víctimas), que recupera de esa manera los espacios de tiempo resignados en los procesos rentísticos empresariales de descanso laboral.
La homogeneidad de los tiempos vacacionales del neoliberalismo parece repetirse mediante actividades similares, rutinarias, capaces de cancelar el deseo y la aventura, el goce y el pensamiento abstracto, constituyendo una extensión de la monotonía de la vida laboral urbana. La alienación de la vida turística ha sido escasamente estudiada por diversos campos del saber, que han concluido que el turismo se ha convertido paulatinamente en una nueva forma de control corporativo de las vidas cotidianas y las subjetividades.
El profesor Maximiliano Korstanje, de la Universidad de Palermo, cita al antropólogo francés Marc Augé que expresa que “las compañías turísticas ‘cuadriculan la tierra’, creando diversos recorridos, formas de estadías en espacios reservados para el ‘no contacto’”. Las agencias de viajes son (según Augé) “las primeras responsables de convertir a unos en espectadores y a otros en espectáculos” (3).
Augé sugiere -continúa diciendo Korstanje- “que es menester volver a aprender a viajar para comenzar a ver nuevamente; ¿ello implica que viajamos ciegos? Claro que una cosa es realmente viajar y otra hacer turismo. El turismo crea sobrerrealidades producidas por la ficcionalización; este espectáculo que pone cualquier realidad lista para ser observada sin más esfuerzo que solo mirar un folleto o una pantalla, generando visiones “instantáneas”; en analogía con Disneylandia, el turismo permite visitar lo “no existente”. La accesibilidad a los destinos turísticos, como ser una playa, está supeditada a las diferencias y desigualdades propias de la sociedad, pero en esos escenarios la imaginación y la memoria se funden bajo ciertos recuerdos en donde uno pasa el tiempo, y el tiempo transcurrido solo se recupera allí” (4).
Los ritos vacacionales han pasado a ser una de las expresiones emblemáticas de la cultura del neoliberalismo, sobre la que occidente ha reflexionado demasiado poco. La identificación de la homogeneización de los productos turísticos convencionales configura la clave que nos permitiría advertir el grado de alienación que conllevan. Pero para eso es necesario pensar en aquello que nos ha sido vedado pensar, tal como advertía Heidegger. Pensar críticamente la cultura del turismo en su formato actual es un ejercicio necesario de reflexión política y filosófica. Millones de argentinos viajaron en los últimos años reivindicando estas lógicas, que se inscriben en un piso ideológico que dista de ser inocuo. Más de mil millones de turistas viajan al año en el mundo en formatos y condiciones análogas. El fenómeno ha pasado a formar parte, evidentemente, de una cultura política de masas fenomenal.
Curiosamente, la cultura del turismo así concebido logró articular consignas críticas más categóricas hace medio siglo que en la actualidad. Pocos recordarán, por ejemplo, aquella proclama que parecía extraña, pero resultó profética, reiterada durante el mayo francés: “No queremos broncearnos como idiotas”.
(1) Disponible en http://www.derechoareplica.org/index.php/filosofia/1074-que-es-la-subjetivacion-neoliberal
(2) Barzani, Carlos: “El ocio represivo”, disponible en https://www.topia.com.ar/articulos/el-ocio-represivo
(3) El viaje imposible: el turismo y sus imágenes. Barcelona, Editorial Gedisa, 1998, pág. 15
(4) “Primer ensayo de filosofía del turismo. El nacimiento de la calesita”, disponible en http://www.usfx.bo/nueva/vicerrectorado/citas/SOCIALES_8/Turismo/M%20korstanje.pdf
Bibliografía consultada: Lindón, Alicia (Coordinadora), La vida cotidiana y su espacio- temporalidad, disponible en https://books.google.com.ar/books?id=6vFG2KrRnggC&pg=PA108&lpg=PA108&dq=vida+de+playa+alienante&source=bl&ots=BHuK64rao4&sig=IDjFvs2XLJmyMsrWXdmM42QX3Nk&hl=es-419&sa=X&ved=0ahUKEwjYuNfWnY3RAhXJS5AKHWoDAOcQ6AEIKTAC#v=onepage&q=vida%20de%20playa%20alienante&f=false).