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EL DIARIO digital
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Este majestuoso ser puede alcanzar hasta 1.10 metros de altura y pesar entre 80 y 120 kilogramos. Su dieta herbívora consiste en pastos, hojas y brotes de arbustos, lo que le permite adaptarse a las condiciones áridas y semiáridas de su hábitat. A diferencia de otros herbívoros, tiene una particularidad que lo convierte en un aliado de la vegetación: al alimentarse, corta las plantas en lugar de arrancarlas. Este comportamiento no solo ayuda a mantener la salud de las especies vegetales, sino que también promueve su regeneración.
Además, sus pasos son menos perjudiciales para el suelo, ya que sus almohadillas en los pies no compactan la tierra como lo hacen las pezuñas de otros animales, favoreciendo así la infiltración de agua y nutrientes.
Suele formar grupos familiares compuestos por hembras, crías y algunos machos. Estos grupos se desplazan juntos en busca de alimento y agua, mostrando un comportamiento social que resalta su capacidad para sobrevivir en un entorno donde los recursos son limitados. Sin embargo, a pesar de su adaptabilidad y resistencia, enfrenta amenazas significativas que han llevado a una drástica disminución de su población. La expansión agrícola y ganadera ha fragmentado sus hábitats naturales, mientras que la caza indiscriminada ha puesto en peligro su existencia.
La conservación es esencial no solo para mantener la diversidad biológica del monte de caldén, sino también para proteger las tradiciones culturales que lo rodean.
Proteger a este camélido implica implementar planes de manejo sostenible que permitan su recuperación y coexistencia con las actividades humanas
Es fundamental reconocer la importancia de conocer nuestra fauna nativa; no podemos proteger lo que ignoramos. La educación sobre especies como esta nos permite comprender su rol en el ecosistema y valorar su contribución a nuestro entorno natural. Al fomentar una mayor conciencia sobre la fauna local, no solo promovemos su conservación, sino que también fortalecemos nuestro vínculo con la naturaleza.
La historia de este camélido nos recuerda la importancia de cuidar nuestras especies nativas y su hábitat. Al reconocer el valor ecológico y cultural que representan, podemos trabajar juntos para asegurar su supervivencia y garantizar que sigan siendo parte integral del paisaje argentino. En cada rincón de La Pampa, su presencia resuena como un llamado a la acción para proteger nuestra rica herencia natural.