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EL DIARIO digital
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En 1992, 198 países adhirieron a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Desde entonces, estos países se reúnen anualmente en las Conferencias de las Partes (COP) para debatir y acordar acciones frente al cambio climático. Este año, la COP29 se desarrolla en Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre.
Argentina ha participado en estas conferencias desde su inicio, mostrando un compromiso formal con la protección del ambiente y la cooperación internacional para la mitigación y adaptación al cambio climático. Sin embargo, este año, el Gobierno Nacional decidió retirar drásticamente la delegación argentina, alineándose con el negacionismo ambiental y climático del presidente.
Aunque las COP han sido criticadas por su limitada eficacia (dado que muchos acuerdos no se cumplen y los líderes suelen priorizar beneficios económicos sobre el bienestar humano), estos espacios han permitido ciertos avances significativos. Además, las negociaciones internacionales ofrecen oportunidades estratégicas para los países. La ausencia de Argentina en la COP29 ha generado indignación en gobiernos provinciales más comprometidos, ONGs ambientales y otros países, lo que podría afectar negativamente al país tanto en términos de calidad de vida futura como en aspectos económicos.
Es importante destacar que las COP no solo se enfocan en reducir emisiones globales, sino también en reconocer la vulnerabilidad de los países del Sur Global frente a los efectos del cambio climático. Estas naciones, entre las que se encuentra Argentina, suelen demandar que los países más contaminantes reduzcan emisiones y compensen los daños ambientales. Argentina, gracias a su balance positivo de emisiones (absorbemos más gases de efecto invernadero de los que emitimos), cuenta con una posición de negociación más sólida que muchos países contaminantes.
Salir de estos espacios no beneficia al país. Por el contrario, abandonar acuerdos internacionales podría transformar a Argentina en un destino para industrias contaminantes de países que buscan "limpiar" su imagen ambiental. Este escenario recuerda casos como el de India, un país con rápido crecimiento económico, pero donde gran parte de la población trabaja en condiciones precarias en industrias altamente contaminantes o reciclando residuos electrónicos de países desarrollados, sin medidas de seguridad ni protección ambiental.
Negar el cambio climático es, en última instancia, como intentar tapar el sol con un dedo. Independientemente de si se cree o no en su existencia o en su origen humano, sus consecuencias ya son evidentes: aumento de eventos extremos, como inundaciones, tormentas intensas y sequías prolongadas. Este fenómeno, que muchas veces se describe coloquialmente como "el clima está loco", es el cambio climático en acción.
Salir de acuerdos internacionales, carecer de representantes gubernamentales enfocados en la salud ambiental y promover discursos negacionistas son errores graves. Las consecuencias del cambio climático no dependen de nuestras creencias: ya están aquí, y son reales.
*Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPN365