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EL DIARIO digital
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Por Florencia Srur (*)
En los últimos dos meses, se han acumulado más de 4 millones de hectáreas incendiadas en el país vecino, Bolivia, junto con alrededor de 3,000 focos de incendios. Además, un 59% del territorio brasileño ha sido afectado por el fuego, y se han reportado incendios en la provincia argentina de Córdoba. ¿Todos estos incendios se originaron por las mismas causas? Aunque existe un componente "natural" que comparten estos incendios, similar a los que ocurrieron en Europa y Estados Unidos durante su verano, muchos de ellos tienen raíces antrópicas, es decir, son consecuencia de la acción humana.
Comencemos por la componente natural: las intensas sequías que afectan el sur de América debido al ciclo climatológico de La Niña. Tanto El Niño como La Niña son fenómenos atmosféricos que impactan las temperaturas globales y la cantidad de humedad disponible. En particular, La Niña se caracteriza por el enfriamiento de las aguas superficiales en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial, así como por cambios en la circulación atmosférica tropical. Este fenómeno trae consigo sequías severas y un aumento de temperaturas. Además, los efectos de La Niña y El Niño pueden verse exacerbados por el cambio climático.
A pesar de un pequeño alivio tras las sequías que se han prolongado hasta el año pasado, la llegada de La Niña representa un peligro, ya que las plantas que pudieron reverdecer durante el corto período de El Niño se enfrentarán nuevamente a condiciones de sequía. Esto resulta en una gran disponibilidad de material combustible que alimenta los incendios.
Para que un incendio ocurra, se necesitan tres elementos básicos: oxígeno, fuego y material combustible. Sin embargo, no todos los incendios son causados por sequía y altas temperaturas; muchas veces, la razón detrás de ellos es más siniestra, involucrando la acción humana.
En Brasil, la mayoría de los incendios se deben a la expansión de la frontera agropecuaria, donde se desforestan áreas para el cultivo y la cría de ganado. Estas quemas no supervisadas, realizadas con fines económicos, pueden volverse incontrolables, resultando en incendios devastadores que afectan no solo a la flora y fauna, sino también a las comunidades. Esta situación impacta no solo a las personas que viven cerca de los incendios en Brasil, sino también a otros países. Por ejemplo, Argentina enfrenta actualmente una emergencia sanitaria debido al humo y la mala calidad del aire en las provincias de Misiones, Corrientes, Formosa, Santiago del Estero y Chaco, así como en partes de Jujuy, Salta, Catamarca, Santa Fe y Tucumán.
En cuanto a los incendios en Córdoba, aunque existe un componente natural de sequías y recurrencias, hay denuncias recurrentes cada año sobre la especulación inmobiliaria y el uso del fuego para "limpiar" espacios naturales y posteriormente desarrollar barrios cerrados, debido a la codicia por vistas privilegiadas. Los incendios actuales en la provincia argentina también se ven afectados por negligencia en ciertas prácticas del Ejército durante los ejercicios de tiro, según denuncias, y por accidentes automovilísticos que, en conjunto con la sequía, generan desastres.
En La Pampa, se han implementado herramientas de control como Planes de Manejo de Fuego y medidas para crear picadas cortafuego, así como recomendaciones para el uso adecuado de quemas prescriptas. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre la peligrosidad del fuego, la sobreconfianza de algunos productores y, fundamentalmente, la sequía, pueden complicar el manejo adecuado de este elemento. Es crucial aprender de los eventos pasados, como el verano de 2018, cuando más de 3 millones de hectáreas se incendiaron en nuestra provincia. Seamos responsables; los incendios son evitables.
(*) Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPN365