Ambiental

Viruela del Mono y problemas ambientales

En la semana la Organización Mundial de la Salud emitió una alerta por la propagación de la Viruela del Mono o Mpox. ¿Una nueva pandemia? ¿Qué relación existe entre las enfermedades, su expansión y el ambiente?

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EL DIARIO digital

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Por Florencia Srur (*)

Mpox o viruela símica es una enfermedad infecciosa transmitida de animales salvajes al ser humano. Aunque se le llama "viruela del mono", los principales hospedadores no son los primates, sino diferentes especies de roedores silvestres, como ratones y ardillas endémicos del centro de África. Esta enfermedad también puede contagiarse entre humanos por contacto directo con mucosidad o sangre. Los síntomas más comunes incluyen fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y un sarpullido en todo el cuerpo, similar al de la varicela, pero más grande y doloroso. Actualmente, hay unos 14.000 casos reportados a nivel mundial y 500 fallecimientos; en Argentina se han registrado 5 casos.

Si bien la viruela símica no tiene un índice de mortalidad elevado, la alarma de epidemia emitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto al mundo en estado de alerta, recordando lo ocurrido en 2020 con la pandemia de COVID-19. Aunque ambas enfermedades tienen orígenes y síntomas diferentes, comparten un punto en común: ambas se originan a partir del contacto humano con animales. Esta característica también se observa en otras enfermedades como la gripe aviar, porcina, el síndrome de la vaca loca, la fiebre equina, la peste bubónica, el sida, el dengue, el zika, entre otras. Sin embargo, aunque todas estas enfermedades están relacionadas con animales, tienen diferentes conexiones con problemáticas ambientales específicas.

Empezando por aquellas donde existe un vector necesario y no hay transmisión de humano a humano, encontramos enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, zika, chikunguña, malaria, entre otras. Recientes estudios demuestran que, debido al cambio climático, estas enfermedades pueden dispersarse más y durar más tiempo. Esto se debe al aumento de la temperatura media global y de la humedad en varias partes del mundo. Durante el verano 2023-2024, experimentamos estas consecuencias de primera mano cuando el dengue llegó a regiones más al sur que en años anteriores, debido al incremento de las temperaturas; además, su duración fue más prolongada, con avistamientos de mosquitos Aedes aegypti durante meses de otoño.

En cuanto a las enfermedades transmitidas por animales domésticos destinados al consumo humano, como la gripe aviar, la gripe porcina y el síndrome de la vaca loca, estas surgen debido a las condiciones de hacinamiento en muchos establecimientos, donde para aumentar la productividad por superficie, los animales se crían en condiciones de baja salubridad, lo que facilita la proliferación de enfermedades. Además, el uso excesivo de antibióticos en animales y una alimentación basada en alimentos balanceados aumenta el riesgo de resistencia a los antibióticos y, en algunos casos, prácticas aberrantes como el canibalismo. Particularmente, el caso del síndrome de la vaca loca se originó cuando el ganado fue alimentado con productos derivados de otros bovinos, es decir, canibalismo.

También existen enfermedades vinculadas a problemas ambientales graves que afectan mayormente a las ciudades: la falta de ordenamiento territorial y la falta de saneamiento. La presencia de roedores o aves enfermas es más común en áreas urbanas, donde el manejo inadecuado de residuos sólidos urbanos y problemas de infraestructura, como la falta o ruptura de cloacas y la contaminación de cuerpos de agua, crean condiciones propicias para la proliferación de estas enfermedades. Esto afecta principalmente a los sectores más vulnerables socioeconómicamente.

Por último, la pérdida de hábitat obliga a muchos animales silvestres a trasladarse a las ciudades, donde encuentran en los residuos humanos una fuente de alimento. Esto genera un contacto entre humanos y animales que no deberían habitar en entornos urbanos, aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades. Además, el tráfico ilegal de especies de fauna nativa y ciertas prácticas culturales de alimentación en algunos países incrementan esta interacción.

Cuando el ambiente está enfermo, nosotros también lo estamos. Cuidar el ambiente no es una tarea para el futuro; ya estamos sufriendo las consecuencias de la contaminación, la pérdida de hábitat y el cambio climático.

(*) Ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente. MPN365

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